Mario Agustín Salto tenía 11 años y salió de su casa para ir a pescar a una laguna cercana. Dos días más tarde, mientras su familia lo buscaba con desesperación, su cuerpo apareció descuartizado en varias bolsas y su cabeza decapitada en otra. El niño fue secuestrado, abusado sexualmente, torturado y asfixiado por estrangulamiento hasta la muerte y posteriormente su cadáver seccionado, en uno de los episodios criminales más macabros de los últimos tiempos.
Ocurrió en mayo de 2016 en el pueblo santiagueño de Quimilí, han pasado más de dos años y por cuestiones que pueden vincularse a la burocracia judicial, pero también a la desidia de los investigadores, el caso sigue impune, pese a los detenidos y acusados de este asesinato, que, de acuerdo a la versión oficial, habría sido parte de un ritual satánico.
Su padre nunca ha dejado de reclamar, ha encabezado decenas de marchas, viajó a Buenos Aires para entrevistarse con funcionarios a nivel nacional y todas esas demandas recibieron respuestas “a medias, sin resultados concretos” y ahora también denuncia que fue víctima de intimidaciones y amenazas de muerte, que podrían atribuirse a allegados de los imputados o bien a la “gente del poder”.
“Callate la boca”, “Te va a ir mal”, son algunos de los mensajes que vía WhatsApp le llegaron a Mario Alberto Salto, el papá de Marito, que ya sabe de “aprietes” a lo largo de su recorrido demandando “verdad y justicia”.
“Yo perdí a mi hijo y no le tengo miedo a nada, ni a nadie, porque quiero que sus asesinos paguen con la cárcel por todo lo que le hicieron. Ha sido un horror como lo mataron y encima, después lo descuartizaron, pretendiendo que el cuerpito desaparezca. Y lo que vino más tarde con la investigación también, que siempre tiene una excusa para poder avanzar y por ejemplo, hace ocho meses que estamos esperando que lleguen a Santiago unas pericias que se mandaron a un laboratorio especializado en Bariloche. Y si esto se da, cuando estén, van a faltar otras pruebas que se pidieron y todavía no se mandaron a hacer”, afirmó el hombre, en diálogo con POPULAR.
Tras grabar un video en las redes sociales, que tuvo una amplia repercusión e inclusive motivó que medios de comunicación de España se hagan eco de esta “denegación de justicia” en el caso Marito Salto, el padre del niño sostuvo que “hay personas que están detenidas, algunas son claramente sospechosos de haber participado del crimen de mi hijo y otras está por verse, pero no se puede hacer el juicio por todas estas demoras. Entonces, nos responden siempre lo mismo, que la investigación no está terminada, que faltan pruebas como los resultados de cotejos de ADN y todo esto da para pensar que si no se logra juntar mucha evidencia en contra de esta gente, estén preparando el terreno para una futura absolución. Hay muchos intereses, ya que el principal acusado, Miguel Angel Jiménez, es un tipo con muchos contactos políticos, que pisa fuerte en Quimilí, un productor agropecuario que es un especie de benefactor en la zona”.
El resultado de la autopsia es contundente y no deja dudas sobre las agresiones físicas y la violación padecidas por el nene antes del homicidio, también ofrece detalles escalofriantes sobre el seccionamiento del cuerpo. Los autores y el móvil eran las cuestiones a resolver y si bien el pueblo tiene 15.000 habitantes, “acá se sabe todo” suele repetirse, pero las evidencias, en base a testimonios y algunos videos de cámaras de seguridad, resultaron insuficientes en aquellos primeros días posteriores para intentar esclarecer el hecho. Que una venganza por narcotráfico, que una cuestión contra la familia (los Salto se dedicaban a tareas rurales), entre otras hipótesis que fueron quedando descartadas, mientras el expediente cambiaba de juez, dos detenidos fueron liberados y se dio intervención a efectivos de la Policía Federal Argentina para asistir a las fuerzas de seguridad provincial.
En esta decantación de la causa se llegó a una supuesta conclusión sobre que el chico fue sometido a un rito satánico, que persiguió el objetivo de “quedarse con la virilidad del pequeño en ofrenda”, atribuido a Jiménez, conocido como “El Brujo” o “El Terrible”, más personas de su círculo íntimo y su entorno.
En su peregrinar por los Tribunales de Santiago del Estero, Mario Alberto Salto anduvo pidiendo que “me escucharan, pero acá hubo y hay una trama de encubrimiento”. Pero tampoco le fue mejor en su reciente visita a la ciudad de Buenos Aires, donde se reunió con funcionarios del Ministerio de Justicia de la Nación.
“Ya en una oportunidad le di una carta al ministro Garavano para que se la entregue el presidente Mauricio Macri, pero nunca me respondieron y después me recibió la subsecretaria de Acceso a la Justicia, María Fernanda Rodríguez, a quien le pedí que pusiera un veedor en la causa e intercediera para que se apuraran con las pericias. Nada de eso sucedió”, concluyó el padre de “Marito” Salto.