Con informaciones difundidas en cuentagotas, se fueron conociendo detalles de la afección presidencial, que conforme los pocos datos iniciales contribuyeron a un misterio que ya no genera tampoco gran expectativa.
Apenas dos semanas antes, el 17 de octubre, se había informado de otro cuadro febril, diagnosticándose esa vez una faringitis de la que reapareció sorpresivamente a los pocos días en una cadena nacional en la que anunció la reforma del Código Procesal Penal.
Ya en julio pasado había tenido una
faringolaringitis por la cual debió suspender un viaje a
Paraguay, y en marzo pasado, durante su viaje al Vaticano para visitar al papa Francisco, sufrió un esguince de tobillo. Tuvo además varios episodios de lipotimia, pero nada comparado con el falso cáncer de tiroides que le diagnosticaron en diciembre de 2011, o el hematoma subdural crónico por el cual debieron practicarle otra cirugía en octubre del año pasado, en plena campaña electoral.
Las consecuencias de lo que en principio fue citado como 'un cuadro febril infeccioso' se fueron sucediendo: primero con la suspensión de la reunión que tendría en
Buenos Aires con su par chilena Michelle Bachelet, después con la continuidad de su internación en el Sanatorio Otamendi. Cuando se conocieron más detalles de su afección, se cobró conciencia de la seriedad del problema, que demandaría una internación no menor a una semana y un período posterior de recuperación de no menos de diez días
. Datos que transmitieron diversos especialistas en los medios, a partir de los breves partes que difundía la Unidad Médica Presidencial. Ya el martes pasado podía presuponerse entonces que la Presidenta debería suspender su viaje a Australia el miércoles próximo, para participar en Brisbane de la reunión del Grupo de los 20.
Esa presunción fue confirmada oficialmente al día siguiente: debería resignarse a no asistir a la cita internacional que más suele disfrutar Cristina. Allí debía reunirse con la recientemente reelecta
Dilma Rousseff, con la que podrá encontrarse en cualquier momento más adelante, habida cuenta de la vecindad entre ambas naciones, pero lo cierto es que hace rato que ambas no mantienen una reunión bilateral, señal de las divergencias entre los principales socios del Mercosur.
La Presidenta también esperaba cruzarse con el presidente Obama, que nunca la recibió en Washington, pero con el que sí pudo reunirse en el ámbito del G-20. Y no podrá tener ese escenario para exponer sobre las miserias de los fondos buitre, como era su objetivo, en un mensaje dirigido a los líderes mundiales presentes, pero sobre todo al plano interno.
Toda esa agenda quedó desactivada ante una afección presidencial que esta vez no concitó la movilización de militantes al nosocomio donde fue internada, ni una expectativa mayor, como dijimos.
Señales de fin de ciclo, dirán los críticos; muestra de saludable tranquilidad institucional, sugerirán los K. Unos y otros deberían concluir que esta muestra de desgaste que el poder causa en la salud presidencial debe ser tenida en cuenta cuando se sugiere la participación de Cristina Kirchner en algún lugar de las listas del próximo año.
La obsesión por ver al apellido Kirchner compitiendo en 2015 quedó reflejada una vez más esta semana cuando se afirmó que en el marco de un supuesto acuerdo electoral con Daniel Scioli el kirchnerismo daba por segura la participación de
Máximo Kirchner como primer candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Cierto es que a partir del bautismo político de MK en Argentinos Juniors, su candidatura para algún cargo pasó a ser una posibilidad concreta, pero también es palpable que desde entonces ya pasaron dos meses sin que se escuchara la voz del hijo de los Kirchner y que el acto en el que volvería a ser protagonista, el 27 de octubre pasado, fue desactivado oportunamente.
Se sabe que la figura de
Máximo Kirchner es permanentemente medida en Río Gallegos, sin que los datos hasta ahora permitan ilusionar allí a los kirchneristas.
De ahí que se piense en la alternativa bonaerense, habida cuenta de que el hijo de Cristina nació en La Plata. ¿La Presidenta auspicia su desembarco en la política? Históricamente ella siempre prefirió que no lo hiciera, a diferencia de su esposo, que alentaba sin éxito que incursionara en política. Las cosas cambiaron, aunque siempre será de Máximo la última palabra y él preferiría privilegiar su perfil bajo pero influyente, mas siempre en un segundo plano.
Daniel Scioli, mientras tanto, terminó una semana con sentimientos encontrados.
Por el temporal que sumergió a buena parte de la Provincia, y sobretodo la difusión de imágenes suyas alentando al equipo de Villa La Ñata en un partido de futsal, fueron días solo comparables con los que se las veía negras para pagar el aguinaldo. Sin embargo en el entorno sciolista admiten haberse alterado al ver a su jefe perder la calma cuando salió con los tapones de punta contra el massismo, pero aseguran que el incidente tendrá un
'impacto nulo' en su imagen y celebran que las encuestas siguen dándolo con las mayores posibilidades de llegar a un balotaje. Cierto es también que no se conocen mediciones posteriores a las inundaciones, pero también es real que todavía falta mucho para los comicios y el gobernador suele revertir esos picos críticos.
Lo que cada vez está más lejos es la posibilidad de que tome distancia del kirchnerismo, como algunos de su entorno le recomendaban a Scioli insistentemente, sobre todo hace pocos días, cuando le indicaron que era el momento de armar las valijas. Más allá de que esta última semana el diputado
Edgardo Depetri exteriorizó el pensamiento de un sector del kirchnerismo que sugiere unificar los candidatos K para enfrentar al gobernador bonaerense en las PASO, no es la opinión que prevalece en el oficialismo, donde le asignan a Scioli las principales probabilidades para que el Frente para la Victoria siga gobernando.
Ese supuesto guiño que intuye de parte del resto del oficialismo es el que lleva al mandatario provincial a desechar su plan de diferenciarse finalmente de Cristina en junio próximo, en el cierre de las listas legislativas, en rechazo a la digitación presidencial de la nómina completa. Hoy está dispuesto a aceptar los nombres que ella elija, si con ello consolida su condición de candidato oficial.