Hablar del precio del dólar en un futuro post electoral trae malos recuerdos en la oposición no peronista. Las encuestas ya dijeron públicamente todo lo que tenían que decir -aunque seguirán haciéndose hasta el último día-, y parecen conformar a unos y otros, pendientes ahora de lo que realmente revelen las urnas

Raúl Alfonsín debió irse antes del gobierno porque la crisis se le hacía inmanejable. Había contribuido a ese cuadro que meses antes Domingo Cavallo viajara a Estados Unidos para advertirles a sus interlocutores económicos que no le prestaran al gobierno radical, porque cuando Carlos Menem se hiciera cargo del poder no iba a reconocer esos compromisos. Fue determinante para el desenlace de la gestión alfonsinista.

Es por eso que Mauricio Macri valora tanto a quien terminó eligiendo como su compañero de fórmula, pues cuando este año los mercados volvieron a complicarse y una encuesta que daba al Presidente perdiendo el balotaje con Cristina generó zozobra en los mercados, el senador Miguel Pichetto prestó una inestimable colaboración cuando al viajar en abril a Nueva York garantizó en todos los foros en los que expuso que la Argentina cumpliría con todas sus obligaciones crediticias. Exactamente la inversa de la actitud que dirigentes del peronismo adoptaron en el pasado.

Y hay más, que el periodista Bebo Granados cuenta como anécdota vivida en primera persona, en 1989, cuando faltaban aún meses para que Carlos Menem asumiera la presidencia que ya había ganado en las elecciones. El conducía con Marcelo Bonelli un programa en radio Mitre los sábados a la mañana y llamó el entonces diputado Guido Di Tella para pedir salir al aire. En ese reportaje anunció: "El dólar con nosotros va a estar ‘recontra-alto’’. Previsiblemente, esa frase apareció en la tapa de todos los diarios del domingo.

"El lunes no quedaban ni los cimientos en el microcentro", recuerda el periodista económico. Contó esa anécdota en el programa "‘Animales sueltos", donde agregó que dos años después, al encontrárselo ya como canciller del gobierno de Menem le preguntó por qué habían hecho eso. "Teníamos la orden de hacerloà de arriba", fue la respuesta. ¿De quién? "Del número 1 y el 2", dijo en referencia a Menem y Eduardo Duhalde. ¿Y por qué? ‘Porque la orden era que Alfonsín se fuera escupiendo sangre, para poder hacer el ajuste después... -explicó-. Entonces después, ellos, hacen la operación sin anestesia".

Sino el episodio completo, al menos la frase fue lo que recordaron muchos esta última semana cuando el principal precandidato presidencial opositor advirtió que "todos saben que el dólar está retrasado y que se va a mover". Y que "siempre creímos en el dólar alto para promover el desarrollo, las exportaciones y el consumo". No fueron pocos los que interpretaron que en realidad Alberto Fernández no estaba buscando simplemente ser sincero, sino más bien generar con sus palabras consecuencias sobre la economía actual. Desestabilizándola. Con lo del dólar y sus referencias a las Leliq, que pusieron a los economistas de su equipo en estado deliberativo, tratando de aclarar luego sus expresiones.

Las situaciones que generan los anuncios del compañero de fórmula de Cristina Fernández son una muestra de cierta desarticulación en la campaña del Frente de Todos. Como cuando Alberto anunció remedios gratis para los jubilados, y Mirta Tundis aclaró que debía haberse referido a los casos de enfermedades crónicas (cosa que ya existe en la actualidad). Fernández sigue hablando de remedios gratis "para todos".

O la explicación que dio el economista Agustín D’Atellis sobre las Leliq. Según dijo, en realidad el candidato nunca habló de no pagar, sino de bajar los intereses. Asiduo concurrente al programa 678 en la era K, D’Atellis explicó que lo primero que haría un eventual gobierno de Alberto Fernández sería convocar a un gran acuerdo de todos los sectores para permitir bajar la inflación, y que ese solo efecto permitiría entonces disminuir las tasas de las Leliqà En rigor, es precisamente lo que este gobierno querría hacer y no puede; y no es precisamente lo que se le entendió al candidato del Frente de Todos.

Si el objetivo fue generar zozobra en los mercados, eso no sucedió, más allá del incremento registrado en el dólar a lo largo de la semana, que contrastó con la calma vivida durante los últimos tiempos. Debe atribuirse eso al contexto internacional y, claro está también, a la proximidad de los comicios y la incertidumbre que ello abre. De todos modos, el comportamiento de los mercados es mucho mejor de lo que se esperaba hace algunos meses, con un oficialismo muy atrás en las encuestas.

Claro que en eso contribuyó que los sondeos anticipan una cierta paridad que tranquilizó los ánimos en los mercados. En el "círculo rojo" hay confianza en que el gobierno terminará siendo reelecto, y es lo que en privado afirman los empresarios, en función de encuestas que manejan. Los mercados se mueven con esa misma certeza, que no es la que los últimos días dejaron trascender en cercanías del ex jefe de Gabinete hoy precandidato presidencial, donde se hablaba el miércoles de una encuesta supuestamente muy precisa que anticipaba una diferencia "irremontable" en favor de AF. De concretarse esos guarismos, el impacto en los mercados sería contundente el mismo lunes 12 de agosto.

No es lo que esperan en el gobierno, donde admiten una diferencia en contra, pero ciertamente menor. Y advierten que el hecho de que el principal adversario haya salido a agitar el tema del dólar y las Leliq habla de "cierta desesperación’ por números que no son los que a esta altura esperaba. En el bunker de la calle México dicen lo contrario y explican que con toda lógica Alberto F. decidió ‘llevar la campaña al terreno de la economía, que es lo que con éxito había logrado hasta ahora sortear el gobierno de Macri".

Precisamente el Presidente evita enfrascarse en debates con el candidato del Frente de Todos. No lo hará en lo que resta de la semana; ya tendrán oportunidad de confrontar ambos en octubre, en vísperas de la primera vuelta en los dos debates obligatorios previstos por ley para entonces. En rigor, tampoco salió a responderle esta vez Nicolás Dujovne, que sí lo había hecho sobre otros temas económicos a través de Twitter. "‘Que el ministro saliera a contestarle hubiera sido darle demasiada entidad", explicó un funcionario de segundo rango de Hacienda. Son temas muy sensibles en los que una palabra mal interpretada de parte de un hombre clave puede generar un efecto dominó.

La que sí mandó a todo su equipo a contestar cualquier referencia a ella o a su gestión es María Eugenia Vidal, que se ha puesto la campaña al hombro, consciente de que la suya es la empresa más difícil para el oficialismo en esta elección. Ella evita personalmente enfrascarse en polémicas con quienes la critican y deja esa tarea a su equipo. Sobre todo elude confrontar directamente con Cristina Fernández de Kirchner, que por el contrario insiste obsesivamente en aludirla sin nombrarla.

La gobernadora bonaerense evita admitir lo que en su entorno reconocen: que si le hubieran permitido desdoblar ya hubieran ganado la elección y hoy podrían estar haciendo campaña solo para la reelección de Macri. Tuvo un papel central en convencerla el ecuatoriano Jaime Durán Barba, que le explicó que si desdoblaban, el kirchnerismo hubiera nacionalizado la elección centralizando el debate en torno a la economía, ámbito donde mejor se siente el candidato Axel Kicillof. Y ahí ella hubiera estado obligada a defender las políticas del gobierno nacional y salirse del ámbito donde mejor puede manejarse.

Pero además, reconoce la gobernadora que de haber adelantado ese comicio, el mismo se hubiera desarrollado en un contexto más adverso y con un Presidente con muy baja valoración. Cerca suyo cuentan que alguien que le insistía en desdoblar era el gobernador jujeño Gerardo Morales, que adelantó sus elecciones y si bien ganó no le fue tan bien como esperaba. El mandatario radical reconoce que hoy él mide más, y hasta el presidente Macri subió 10 puntos en su provincia.

Pero amén de esas vicisitudes, la gobernadora insiste con aquello de que "somos un equipo", y es lo que termina prevaleciendo. Porque llegada la hora de la verdad, los que manejan la estrategia de la campaña oficial se encuentran casi con la situación soñada: encuestas que muestran al oficialismo competitivo y peleando palmo a palmo con la oposición, con una desventaja supuestamente revertible, y una provincia de Buenos Aires cuya mayor complicación obliga a todos sus referentes a no relajarse ni un minuto y buscar votos debajo de las piedras, porque de lo contrario pierden la gobernación.

Más allá del eventual corte de boleta que algunos puedan promover, en la Rosada remarcan que es el cuadro que necesitaban para llegar a las elecciones con posibilidades ciertas de reelegir.

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