¿Lo hubieran bajado a Niembro si era candidato a gobernador? Qué sorpresa hubiera sido para los radicales en general y Daniel Salvador -el muy poco conocido vice- en particular.
Si bien la decisión inicial
fue sostenerlo, por mandato del propio Macri, en los primeros días de la semana ya se vislumbraba que difícilmente Niembro llegara como candidato a octubre. Ya se advertían fisuras dentro del propio macrismo y sobre todo la presión mediática de los medios más afines hicieron que el periodista se convirtiera en un lastre demasiado pesado. De Niembro se valoran sobre todo su capacidad oratoria, y su condición peronista para saber enfrascarse en la aspereza de la pelea política. Con todo, no estaba tan curtido como para soportar la avalancha que se le vino y al menos dos veces ofreció renunciar
. La segunda fue la vencida. Es que su presencia en la campaña había perdido sentido, si ya no podía contarse con él para mostrarlo y para que se enfrascara en debates con el oficialismo. Además, el caso contaminaba al resto de los candidatos de Cambiemos, que debían destinar una parte de cada reportaje a referirse al tema.
Lo que los macristas en particular y el resto de esa alianza en general no conciben es por qué el tema les hizo tanto daño a ellos, cuando el kirchnerismo se ha hecho prácticamente invulnerable a los temas de corrupción. Si ni siquiera el caso Nisman logró herirlos,
salvo una baja inicial en las encuestas de imagen. La respuesta debe encontrarse en gran medida en la habilidad política del oficialismo, combinada por qué no con cierta falta de límites para lograr sus objetivos, como sucedió con Nisman, y fundamentalmente en que son dos electorados distintos. El kirchnerismo está blindado ante esas cuestiones, en aras de 'un bien superior' que está por sobre esos factores, mientras que la oposición no tiene una fidelidad absoluta por ninguno de los candidatos y tiene tolerancia mínima para manejos que le reprocha al kirchnerismo, así sean sustancialmente distintos.
El oficialismo no tuvo tampoco una semana apacible, más bien todo lo contrario.
El tema Tucumán es algo que preocupa especialmente a Daniel Scioli, que observa azorado que lejos de apaciguarse, la polémica se potencia día a día, al punto de haberse planteado esta semana la situación inédita de que la justicia anulara la elección. Si bien el oficialismo ha mostrado un sólido respaldo a las autoridades tucumanas, se sabe que hay un fuerte fastidio con Alperovich y compañía, que arrancó el mismo día de la elección, cuando la delegación oficial, integrada por funcionarios y candidatos -entre ellos Daniel Scioli- llegó temprano para festejar y al cabo de horas de incertidumbre un encumbrado dirigente kirchnerista terminó consultando a dirigentes de la oposición para verificar porcentajes, pues 'a José no le creo'. Hablaba de Alperovich.
El fastidio aumentó
al día siguiente con la represión en la plaza, que nadie alcanzó a entender, inaceptable para el relato kirchnerista. Luego vino el cuestionado discurso de la esposa del gobernador en el Senado, y la frutilla del postre con los videos de seguridad estropeados. Peor, se le reprocha a Alperovich no haber tenido bien informada a la Presidenta de la Nación, que pidió a la oposición reconocer la victoria de Juan Manzur, cuando al día siguiente la justicia anuló los comicios. Pasa que, se afirma, la inminencia de ese fallo era conocida en la provincia.
Será que 'a la Presidenta no se le dan malas noticias', pues no es la primera vez que le pasa a Cristina quedar desairada en sus discursos.
La semana anterior le había ocurrido cuando se conmovió por la muerte de niños sirios, cuando acababa de conocerse la noticia del deceso de un joven qom, por desnutrición.
Está claro que
Tucumán fue la gota que rebalsó el vaso, pero ya anteriormente hubo una elección que por lo apretado de las cifras casi termina en escándalo. Hablamos de Santa Fe, donde hubo prácticamente un triple empate técnico en el que todos protestaban. Al final, Omar Perotti recibió la orden del gobierno nacional de reconocer la victoria socialista, cuestión de no alentar las protestas del macrismo. Y Miguel del Sel, debió ceder también a instancias de Mauricio Macri, cuando ya tenían listo un exhaustivo informe para ser presentado ante la Justicia, que podría haber generado, sino una anulación del comicio, la apertura de todas las urnas. Al cabo, el líder del PRO cortó por lo sano ante la convicción de que alargar la situación lo erosionaba a él.

El caso tucumano es de difícil resolución. Si por Daniel Scioli fuera, se debería acatar estrictamente lo que diga la justicia, mas no la Suprema Corte tucumana, sino la Corte Suprema de la Nación, cuya decisión sería inobjetable. No le suma un fallo que contribuya aún más a las dudas. Pero no es lo que se propone el oficialismo tucumano, ni lo que acepta el gobierno nacional. El solo pensar en que se disponga la intervención de la provincia genera un rictus en el rostro del candidato oficialista, que necesita de los votos que le fueron esquivos en las PASO, y que seguirán siéndolo con estas novedades.
Porque si bien se están conociendo en estos días encuestas que muestran a Daniel Scioli consolidando su ventaja y ganando en primera vuelta, no queda claro de dónde estarían viniendo los votos que le permitan tal distanciamiento. Porque si bien se afirma que Mauricio Macri podría haber perdido un par de puntos los últimos días, lo más seguro es que vayan para Sergio Massa o Margarita Stolbizer; no para Scioli. Analistas políticos habían anticipado ya hace un par de semanas que como parte de la campaña oficialista, comenzarían a difundirse encuestas favorables a ese candidato.