Se trata de material fotográfico, fílmico o dibujo y gráfico de contenido explícitamente sexual, cuyo objetivo es el de inducir clara y directamente a las personas a un estado de excitación, que creció en estos tiempos.
El vocablo “pornografía” proviene de la palabra griega “pornographos”, que alude a cualquier “escrito acerca de las prostitutas”.
El diccionario la define como “escritos, fotografías, etc., con la intención de despertar el deseo sexual”.
Más genéricamente se define a la pornografía como aquel material visual, sea fotográfico, fílmico o de dibujo y gráfico de contenido explícitamente sexual cuyo objetivo es el de inducir clara y directamente a las personas de cualquier sexo a un estado de excitación erótica.
La pornografía puede tener además propósitos mediatos, como por ejemplo el de fomentar el trabajo de personas que se prostituyen y cuyos servicios son demandados por quienes se han estimulado eróticamente con material pornográfico.
Pero hay que aclarar que, intrínsecamente, la pornografía no guarda relación directa con la prostitución, pese a que hay prostitutas y prostíbulos que trabajan en la confección de distinto tipo de material pornográfico.
La pornografía es muy antigua y se ha ido canalizando de distintas maneras a lo largo de la historia de la humanidad, pero es en la actualidad cuando mayor desarrollo, diversidad y alcance ha ganado. Sólo en Estados Unidos hay más centros de venta y distribución de material pornográfico que restaurantes de las cadenas más famosa de comida rápida.
¿Es obsceno?
Para muchos autores, la pornografía se caracteriza por la “obscenidad” del material cuyo fin es el de “provocar excitación sexual”, y por eso se hace una clara separación y diferenciación de todo lo que tenga que ver con lo estrictamente artístico.
De todas maneras, las ponderaciones y conceptos sobre pornografía y obscenidad han ido cambiando mucho con el tiempo. Hasta las primeras décadas del siglo XX una pintura o una escultura de un desnudo era considerada obscena y por lo tanto, pornográfica, punto de vista que ha sido completamente dejado de lado.
Hay corrientes de opinión que hacen hincapié en que lo obsceno pasa más que nada por la mentalidad o la disposición de quien observa el material en cuestión, aunque está claro que ello solamente es aplicable a algunos casos.
Pero básicamente, es en lo referido a la exposición de los menores a la pornografía lo que no admite la aplicación de este concepto, ya que los niños no tienen la capacidad de discernir en ese sentido.