Señor director:
Sin palabras. Parecían esqueletos. De hecho lo eran, en eso los habían convertido. Cualquier palabra, cualquier expresión hubiera sido absolutamente miserable para describir lo que vieron quienes liberaron el nefasto campo tras la retirada alemana casi al fin ya de la guerra. Los ojos desorbitados, los vientres insignificantes consumidos por el hambre, pero mucho más por la intolerancia y el odio de quienes se sintieron superiores como para encerrar a millones de personas y exterminarlos como animales. Un 27 de enero, pero de 1945, las tropas soviéticas entraban en el maldito campo de Auschwitz, donde durante años fueron exterminados millones de judíos, eslavos y otras minorías indeseables para el régimen nazi que gobernaba Alemania. Este 27 de enero, quizá para gran parte del mundo no signifique demasiado, pero es necesario, muy necesario, saber que hubo millones a los que el antijudaísmo germano, copiando muchos métodos empleados años antes por los turcos contra los armenios, les quitó la vida de la forma más denigrante. Un día como ése, cuando muchos se preocuparán por cuestiones absolutamente triviales, ellos, los sobrevivientes, celebraron estar vivos...
Gustavo Sterczek
DNI 22.147.627