La mujer es reconocida por el proceso de colocar algo similar a un material como el film en aquellas zonas carentes de piel.

En pleno corazón de Nueva Pompeya está el laboratorio a cargo de la doctora Celia Mohabed. Una de las bioquímicas más importantes del país y reconocida mundialmente, tiene el honor de haber creado en ese lugar uno de los últimos y más novedosos avances en lo que tiene que ver con la reconstrucción de la piel.

Celia le dedicó su vida a lo que terminó descubriendo que no es ni más ni menos que una novedosa membrana similar a un film, muy fina y transparente, que sirve para cubrir zonas donde falta piel.

Actualmente, su desarrollo se utiliza en casos de úlceras varicosas, quemaduras o escaras, entre otros. “Había un tema que me obsesionaba, que era el colágeno, porque es una proteína de una conducta muy especial. Luego de estudiar el arte de la ciencia básica fui a la parte tecnológica y encontré cómo emplear el colágeno como material”, relató la doctora.

“Es un sustituto temporario hasta que crezca la verdadera piel. No se integra a ella, sino que trabaja como cobertura y tiene ventajas múltiples: calma el dolor al instante de ser aplicado pero no contiene anestésico, sino que recubre las terminaciones nerviosas. Además, puede limpiarse por fuera y es permeable para que pasen los antisépticos”, explicó. El invento que fue probando en distintos países su efectividad, goza de un gran prestigio nacional y regional. Los productos tienen mucha salida al exterior a países como Ecuador, Bolivia, Perú, Colombia, Nicaragua, Panamá y Venezuela. Además, fue medalla de oro del INTI y también en el Salón Internacional de Inventos de Ginebra, Suiza, donde compitió contra otros mil inventos.

“Luego desarrollé otro film con colágeno que se puede estar en zonas húmedas y que es para uso odontológico. Luego hice otro para fisuras timpánicas”, comentó la especialista. Lo más asombroso de este descubrimiento es que la doctora hizo todas las pruebas en sus tiempos libres ya que se dedicó por completo al ejercicio de la medicina en distintas entidades privadas pero en los pocos momentos libres que tenía no quiso descansar hasta llegar aun descubrimiento en un tema que tanto la apasionaba.

“Uno siempre parte de lo que hicieron otros. Eso es algo muy valioso. Uno puede tener algo original, pero siempre cuenta con el apoyo y el estudio de los que estuvieron antes”, remarcó con humildad la doctora. En una de las entrevistas que la doctora dio por semejante descubrimiento, destacó además la posibilidad de tener el laboratorio en un lugar tan distinto como el barrio de Pompeya.

“Este es un barrio excelente por la presencia de Homero Manzi, que es lo más. Además, sus calles son hermosas y se escucha la música de los pájaros. Es un barrio de una calidez infinita”, concluyó.

El invento de la doctora fue un trabajo de investigación admirable ya que lleva más de 30 años. Comenzó cuando trabajo por primera vez con el colágeno como empleada de un laboratorio. ‘A mi me gustó mucho la conducta de esta proteína, que es muy diferente a todas las otras y seguí trabajando en los ratos que podía’, comenta.

La patente fue un tema que le costó mucho conseguir ya que los laboratorios le pedían distintos requisitos hasta que por fin pudo tener lo que deseaba. Celia es hoy motivo de orgullo para el barrio, la Ciudad y el país. Fue premiada, gracias a su invento, con la medalla de oro y obtuvo el Primer premio Nacional a la Invención ‘Ladislao José Biro’, otorgado por el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI).

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