La reiterados ataques de delincuentes que al robar un colectivo mutilan dedos de los choferes a los que reducen durante el acto delictivo, es a criterio de un especialista en seguridad urbana una manifestación hoy por hoy “propia del conurbano” y “simil a una proto mara” por la cual los malvivientes que apuran ese método perverso buscan dejar su impronta en el hecho que consuman.
Los episodios recientes ocurridos en el Gran Buenos Aires, que se asocian a los casos de ataques con arma blanca, golpizas, heridas por disparos y hasta homicidios, marcan ese sesgo particular que han cobrado los robos a colectivos a partir de la acción de mutilar a los trabajadores.
Aunque en el medio gremial exista preocupación por esa problemática, a la que se reconoce y hasta por la cual distintas seccionales del sindicato que aglutina a los colectiveros impulsaron medidas de protección y contralor, el criterio imperante es que más allá de la lógica criminal aplicada en la agresión a los trabajadores del volante, la excesiva difusión de esos acontecimientos opera a favor de quienes ejercen tan violento proceder.
Ese parecer contempla el efecto multiplicador de exposición mediática de esos hechos, en una espectacularización que gravita, dijeron los gremialistas consultados que prefirieron mantener la identidad en reserva, en la acción agresiva y violenta en exceso de quienes actúan afectados por la droga al asaltar una unidad y lastimar al chofer.
Por ahora, pandillas
Sin embargo, para el especialista en seguridad urbana, Luis Vicat, la realidad que expresan los casos reiterados de mutilación de colectiveros durante los asaltos, encierra una problemática delictiva más profunda.
En diálogo con DIARIO POPULAR, Vicat afirmó que frente a estos hechos de violencia que se repiten en el conurbano, “hay que entender por sobre todo que por más que la agresión parezca gratuita y sin sentido para el común, tiene una lógica para el proceder delictivo”.
En ese sentido, explicó que el actuar con ese perfil inusitado de violencia, “haya o no resistencia por parte del colectivero en el momento del asalto”, la cruel actitud encuadra en las conducta de las “proto maras que, por ahora en nuestro medio, encarnan las pandillas”.
Vicat señaló que el hecho de lastimar al colectivero, seccionándole falanges, “es un gesto que estas pandillas están tomando como una impronta de su accionar, una firma que dejan por haber estado allí y consumado el robo”, que en la mayoría de las veces queda consumado con los efectos personales del chofer y los eventuales pasajeros, ante la imposibilidad de violentar la máquina expendedora de boletos.
Zona marcada
En ese sentido, Vicat apuntó que lo que se genera tras estos hechos es “una replicación de las conductas delictivas” y precisó que el hecho de no resistirse al asalto no es garantía que el colectivero evite la salvaje agresión, “ya que también se expresa -aseveró- como un castigo”.
En su interpretación, el experto en seguridad reveló que vista de ese modo, la acción de los delincuentes “persigue el terror” y representa también una forma de “marcado de territorio” en el cual estos sujetos desarrollan sus actividades.
Por último, Vicat destacó que así como hasta ahora la mutilación de colectiveros es un proceso asociado a conductas vinculadas a las proto maras, “se trata de un fenómeno que se registra por ahora sólo en el conurbano bonaerense, el lugar donde -subrayó- nacieron este tipo de agresiones, pero no hay que descartar que se traslade a otros conglomerados urbanos importantes”.