El caso del asalto en el micro de la línea 194, durante el cual una mujer policía se tiroteó con dos delincuentes y mató a uno de ellos, es una muestra del riesgo que corren conductores y pasajeros.

El miércoles pasado, los pasajeros que viajaban en un interno de la línea de colectivos 194 fueron testigos pero también víctimas de una situación espeluznante, cuando delincuentes que estaban a bordo intentaron realizar un asalto, a la altura de Martínez, pero fueron sorprendidos por una mujer policía, quien extrajo su arma reglamentaria y comenzó un enfrentamiento a los tiros. La historia terminó con un malviviente fallecido, y de pura casualidad no se lamentó otro desenlace aún peor. Estos hechos de máxima violencia delictiva arriba de los colectivos se producen este año a un ritmo de 200 casos mensuales.

Desde la Comisión Nacional de Familiares de Víctimas del Transporte Público, su titular Martín Lescano comentó a DIARIO POPULAR, sobre el informe que la organización no gubernamental realizó en lo que va del año en torno a hechos de máxima violencia delictiva arriba de los colectivos de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, que “se debe realizar un profundo trabajo de prevención para evitar que se multipliquen los hechos, sobre todo en los sectores de la población más vulnerables, donde hay un aprovechamiento de chicos y jóvenes para llevar a cabo los robos”.

En el caso descripto al comienzo, todo ocurrió cerca de las cuatro de la madrugada del miércoles último en el cruce de la avenida Edison y la colectora de la Panamericana, de esa localidad del norte del conurbano, en un colectivo de la línea 194 en el que circulaban alrededor de 25 pasajeros, quienes resultaron ilesos.

Los jóvenes delincuentes abordaron el colectivo en la zona porteña de Once y simularon ser pasajeros. Sin embargo, al llegar a Martínez, los hombres se levantaron de sus asientos y amenazaron a todos para que entreguen sus pertenencias. La situación se convirtió en un infierno cuando una efectivo de la Policía Federal que se hallaba vestida de civil extrajo su arma reglamentaria, se identificó como policía y se resistió al robo. La mujer policía, quien presta servicios en el Departamento Federal de Objetivos Estratégicos de la PFA, se enfrentó a los tiros con los delincuentes y mató de un balazo a uno de ellos e hirió al otro, quien recibió un tiro en una de sus piernas.

“Fue pura casualidad que en este caso del colectivo 194, que une Plaza Miserere con Zárate, no estemos lamentando muertes de pasajeros, o que hayan resultado con heridas. Lamentablemente, venimos trabajando en el seguimiento de los hechos de máxima violencia delictiva a bordo de los colectivos interurbanos y en este 2017 tenemos un promedio de 200 hechos mensuales. Se trata de sucesos con heridos o directamente fallecidos. Es realmente grave el escenario actual”, señaló Lescano. “Fue pura casualidad que en este caso del colectivo 194, que une Plaza Miserere con Zárate, no estemos lamentando muertes de pasajeros, o que hayan resultado con heridas. Lamentablemente, venimos trabajando en el seguimiento de los hechos de máxima violencia delictiva a bordo de los colectivos interurbanos y en este 2017 tenemos un promedio de 200 hechos mensuales. Se trata de sucesos con heridos o directamente fallecidos. Es realmente grave el escenario actual”, señaló Lescano.

“Desde la Comisión Nacional de Familiares de Víctimas del Transporte Público hacemos un trabajo de campo y acompañamos siempre a los pasajeros damnificados y sus familias. Cruzamos información de la justicia, de los organismos públicos, de las líneas de colectivos y las denuncias de las víctimas. Si multiplicamos los 200 casos mensuales de mucha violencia, con el número de gente que viaja en las unidades, resulta que el universo de víctimas es enorme. Como mínimo, hay cientos de personas que tienen problemas psicológicos por traumas luego de ser testigos y víctimas de robos en los colectivos”, explicó Lescano.

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Dramático testimonio

Para entender el horror basta con el testimonio de una pasajera que estuvo en el tiroteo del miércoles. “El primero de los chorros estaba sentado en la primera fila contra la ventana. El segundo estaba en la segunda fila y tenía un arma en la mano. En un momento se le acercaron al chofer y empezaron a gritar que era un asalto. Nos pedían que reuniéramos carteras, billeteras, cadenas de oro, celulares, todo lo que tengamos, y que lo pusiéramos dentro de un bolso”, dijo Silvia, precisando que “fue una experiencia de terror, con gente gritando, tirada en el suelo”.

“Las estadísticas nos afirman que se debe trabajar con los grupos de la sociedad en estado de vulnerabilidad. La enorme mayoría de los robos son perpetrados por jóvenes de asentamientos o villas, que padecieron en la etapa previa el problema de la ausencia de un Estado que los contenga, no tuvieron familias que los guíen y le agregan problemas gravísimos de adicción a distintas drogas. Así, son utilizados para robar. En las comisarías de cada barrio saben quiénes son los que mandan a los jóvenes a robar y después hacen negocios. El Estado tiene que estar presente en estos espacios, protegiendo a los niños en su infancia, porque en las villas el nivel de abandono familiar y escolar es enorme. Es clave entender esta cuestión, para comenzar a erradicar el flagelo de la violencia delictiva”, finalizó Lescano.

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