Pese a los controles,
se repiten episodios
de violencia con
grupos de jóvenes
Por MAXIMILIANO F. MONTENEGRO
Se supervisa con recelo el ingreso a los boliches, persiguen a los vendedores de drogas, contratan a “patovicas” registrados, permiten a padres que vigilen a sus hijos y no falta la presión para que no se venda alcohol en exceso. Pero en las discotecas de la Costa parece imposible evitar el descontrol. Bastan dos ejemplos: en Santa Teresita un empleado de seguridad fue brutalmente golpeado por 10 rugbiers dentro de un local bailable, y en San Bernardo dos efectivos policiales intentaron evitar los desmanes generados por un grupo de jóvenes y recibieron una salvaje paliza.
En diálogo con DIARIO POPULAR, Marcelo Ferrari, delegado regional en el Partido de la Costa del Sindicato Unico de Trabajadores de Control de Admisión y Permanencia de la República Argentina (SUTCAPRA), comentó que “esta temporada fue menos violenta que las anteriores en cantidad de hechos, porque se redoblaron los esfuerzos y controles, pero de igual manera ocurrieron episodios de violencia protagonizados por los asistentes a discotecas”.
A pura violencia
El sindicato, que representa a los controladores de boliches, popularmente conocidos como “patovicas”, realizó este año un profundo trabajo para lograr que los trabajadores estén registrados y en blanco, se reforzaron los cursos de capacitación y la tendencia fue contratar a empleados que residan en la zona. Así, se logró bajar drásticamente la cantidad de agresiones cometidas por hombres de seguridad, aunque continúan en número significativo los ataques perpetrados por jóvenes.
Uno de los episodios ocurrió durante la madrugada del domingo, alrededor de las 3, cuando Martín, un controlador del boliche “Sistema”, en Santa Teresita, se encontraba dentro del predio y observó que dos grupos antagónicos de jóvenes se enfrentaban con piñas y patadas. “Este muchacho se acercó y lo que quiso hacer fue disuadir a los chicos. Está la filmación de la discoteca. Pero la reacción de los pibes fue violenta”, contó el delegado Ferrari.
En ese marco, el patovica recibió un furibundo golpe de puño en la nuca, con tanta violencia que perdió el equilibrio y cayó al suelo. Lejos de terminar, la agresión recién comenzaba. “Es que una vez que lo tiraron, los pibes le empezaron a pegar patadas en todos lados, principalmente en la cabeza”, comentó Ferrari.
El delegado gremial explicó que “Martín ya había observado a los responsables de la agresión antes del ataque, incluso en la entrada, y sabía que eran unos 10 rugbiers, por lo tanto chicos corpulentos”, precisando que “la golpiza duró varios minutos, hasta que se cansaron de pegarle y se retiraron”.
“Terminó con un ojo lastimado y hematomas en varias partes del cuerpo. Su estado atlético seguramente le hizo soportar mejor los golpes. No perdió la conciencia, pero al rato empezó a sentir mareos y nauseas. Lo peor es que el dueño del local no hizo nada por su salud. Para colmo, lo hizo seguir trabajando y encima lo retó porque lo culpaba de generar el incidente, cuando Martín sólo había querido separar al grupo y recibió una paliza”, dijo Ferrari, agregando que “el trabajador estaba en negro, no tenía obra social y tuvimos que llevarlo nosotros al Hospital de Mar de Ajó, donde lo atendieron”.
“Le hicieron estudios, principalmente neurológicos. Por suerte, evolucionó perfecto. Le hicieron una tomografía. El dueño del local lo había contratado de manera absolutamente irregular, y después del hecho no lo llamó más. Pero, a través del sindicato, le conseguimos un nuevo trabajo. Es un buen controlador, que hizo bien su trabajo. El resto está en manos de nuestro abogado”, indicó Ferrari.
Feroz recibimiento
Otro hecho de violencia en la noche de la Costa ocurrió en San Bernardo y tuvo como víctimas a dos efectivos policiales. “Todo pasó afuera de un boliche, en la calle. En ese caso, un grupo de pibes protagonizaron incidentes dentro del local y fueron retirados por los controladores. Pero los jóvenes continuaron generando desmanes desde afuera tirando piedras y botellas”, contó el delegado gremial.
“Los patovicas no podemos intervenir afuera de los predios, lo marca la ley. Así que lo que hicieron los empleados de seguridad fue llamar a la policía para alertar sobre la situación. De inmediato, concurrieron dos uniformados, que fueron recibidos con golpes y patadas por parte de los jóvenes”, dijo Ferrari, y explicó que “a los controladores no les quedó otro recurso que intervenir y proteger a los policías, porque les estaban pegando muy feo”.
El representante gremial indicó que “los agresores eran cuatro y fueron reducidos, luego se los llevaron detenidos cuando llegaron más uniformados a la zona”, destacando que “los jóvenes no resultaron lastimados porque los controladores usaron técnicas específicas de reducción”.
“La verdad que los policías cobraron muy feo. Nosotros lo vemos frecuentemente. La tolerancia de los pibes hacia los controles es escasa, y peor cuando ven un uniforme. Soy testigo de que muchas veces los policías son insultados y hasta reciben escupitajos”, cerró Ferrari.