Así lo indicó la asociación civil La Casa del Encuentro. En el 28% de los casos, las mujeres fueron apuñaladas; el 19%, baleadas; 19%, golpeadas. En dos de los hechos hubo indicio de abuso sexual.

En el informe del Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”, coordinado por la Asociación Civil La Casa de Encuentro, se registraron 21 femicidios y femicidios “vinculados” de mujeres mayores de 60 años, el año pasado, en Argentina.

En el 28% de los casos, las mujeres fueron apuñaladas; 19%, baleadas; 19%, golpeadas.

En casi la mitad de los crímenes (47%), el presunto femicida fue el esposo, pareja o novio (28%); vecinos y conocidos (19%). También se registraron casos de ex esposos, hermanos, hijos, entre otros. El 81% de los hechos ocurrieron en la vivienda de la adulta mayor o la vivienda que compartían.

En tanto, en dos casos hubo indicio de abuso sexual.

“Lo tienen naturalizado”

En declaraciones a este diario, la presidenta de La Casa del Encuentro, Ada Rico, señaló que las adultas mayores “tienen naturalizada” la violencia machista, “les pesa mucho la culpa, el qué dirán, estamos hablando de generaciones que fueron criadas con que no hay que separarse, hay que soportar”. Mandatos impuestos por el sistema patriarcal y que desde el grupo de ayuda “Si yo puedo, vos también” se trabaja para eliminar y empoderarlas.

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“Las mujeres mayores, por más que vivan situaciones de violencia, es como que lo tienen naturalizado y no deciden cortar con esa relación. Es algo que nosotras trabajamos mucho en La Casa del Encuentro porque más allá que tengan 25, 30 o más años de abuso y digan ‘ya está, él es así, tengo mi vida hecha’, hay que infundir que pueden salir (de la violencia), más allá de la edad que tengan”, afirmó Rico.

Mandatos patriarcales

Asimismo remarcó que “es una realidad totalmente distinta a otras edades porque, además de la naturalización que la mujer mayor tiene, tampoco el ámbito familiar quiere verlo”.

“Hay una negación de que esto ocurre -advirtió-. Cuando una se encuentra con los hijos, hijas u otros familiares dicen ‘siempre discutieron, ellos son felices así’ pero no analizan que no es solo una discusión”.

También destacó que a las adultas mayores “les pesa mucho lo que pensará la gente, la familia. Piensan que es su culpa. Ellas dicen ‘yo tenía la casa limpia, le hacía la comida, le planchaba las camisas’. Cuando profundizamos, les preguntamos por qué nunca comentaron (lo que estaban sufriendo) y contestan ‘los trapitos se lavan en casa’. Esa es una frase terrible que repiten las mujeres mayores”.

“El nudo es la vergüenza -señaló-. Estamos hablando de generaciones que fueron criadas con (el mandato) que no hay que separarse, hay que aguantar, soportar. Y esto no se va a dar en las nuevas generaciones porque tienen más apertura”.

Rico sostuvo que la violencia de género en adultas mayores “está poco visibilizada y no se debe naturalizar”.

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“Hay que infundirles que están atravesando una situación de violencia de la que pueden salir más allá de la edad que tengan. (Al grupo de ayuda) llegan con una actitud sumisa y hay que fortalecerlas mucho. Es muy significativo porque a ellas les sucedió y lo naturalizaron pero cuando ven que a la hija, la nieta o a alguien de familia le está sucediendo, intentan por todos los medios que salga, que no repita la situación”, aseguró.

Talleres intergeneracionales

En La Casa del Encuentro (avenida Rivadavia 3917, CABA; tel. 4982-2550) hay un grupo de ayuda para mujeres en situación de violencia “Si yo puedo, vos también”, que se reúne los viernes de 17 a 19. También hay un grupo para familiares, amigos, amigas, “Construyendo Redes”, a fin de ayudar a una mujer que está pasando una situación de violencia, y se reúne los miércoles de 17 a 19.

“Los talleres son intergeneracionales”, remarcó Rico y destacó “la fuerza que se dan (las jóvenes y adultas mayores) entre sí”.

Asimismo manifestó que en el grupo de ayuda a mujeres en situación de violencia: “Las adultas mayores les dicen, entre lágrimas, a las más jóvenes ‘nena, no hagas lo mismo, vos tenés que cortar, mirá todos los años que perdí’. Y las jóvenes les contestan ‘yo lo hago pero vos también tenés que terminar con esa relación, podés hacerlo”.

“Ese intercambio es muy enriquecedor, se autofortalecen -afirmó-. Las jóvenes se ven reflejadas en un futuro, van tomando la experiencia de lo que no quieren que les suceda, y a la vez les dicen cosas, las impulsan a las adultas mayores. Y las mayores piensan ‘yo lo podía haber hecho y lo puedo hacer’”.

En tanto, Rico aseguró que “el tema es despertar esta pregunta: ¿Puedo hacerlo? Sí, puedo”.

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