Golpes, en el rostro, en el tórax, en la espalda. Patadas en las piernas. Insultos, que se convirtieron en amenazas. Todo eso sufrió Natalia Soledad Rivero el sábado, en el interior de su casa de la localidad bonaerense de General Madariaga, antes de morir asesinada por su pareja. Un cuchillo de carnicero eligió el femicida para degollarla.
Luego, llamó al 911 y cuando llegó una ambulancia dijo que la mujer se había suicidado. Todo estaba saliendo según el plan criminal, salvo por un detalle: el hecho fue observado por la hija de 3 años de la víctima, de una relación anterior, que a pesar de estar amenazada por el sujeto, contó lo que vio y permitió la imputación directa del agresor.
Así lo relató a Diario Popular el abogado Julio Torrada, presidente del Instituto Wanda Taddei, organismo que tomó la querella del caso, perpetrado por un hombre identificado como Ariel Díaz, conocido por el equívoco alias de "El cordero", que fue imputado por homicidio agravado por el vínculo, en contexto de violencia de género, y podría ser condenado a reclusión perpetua. "La degolló, después de golpearla con salvajismo. Como hacía siempre. Salvo que esta vez decidió matarla. Utilizó un cuchillo de carnicero. La herida incluyó el corte de la arteria aorta. Fue inmediata la muerte, con muchísima pérdida de sangre. El escenario del femicidio es un verdadero horror", detalló Torrada.
El femicidio se cometió en una vivienda ubicada en la calle Moreno 245, de la citada localidad de General Madariaga, donde residía Natalia, de 27 años, con sus cuatro hijos, producto de una pareja anterior. Al momento del crimen, en la casa sólo se encontraba su pequeña hijita de 3 años. Los otros niños estaban con su abuela.
Este femicida tenía que estar preso, desde hace mucho tiempo. Tenía siete denuncias de su matrimonio anterior por violencia de género. No se hizo nada. Lo mismo ocurrió con Natalia, que estaba absolutamente indefensa. Vuelven a fallar los mecanismos judiciales de protección integral de los derechos de las mujeres. La vida de Natalia se hubiera salvado si los alertas funcionaban", dijo Torrada. La causa quedó en manos del fiscal Juan Pablo Calderón, titular de la UFI Pinamar, que caratuló el expediente como "homicidio agravado por el vínculo, la convivencia y mediar violencia de género".
La imputación es derivación de una cantidad importante de pruebas e indicios que comprometen al sujeto. Sin embargo, resultó clave para que se haga efectiva la inmediata prisión preventiva el testimonio de la pequeña hija de Natalia, que a pesar de su corta edad realizó un valiente relato de la pavorosa secuencia.
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