Mientras Cristina Kirchner ocupaba el centro del escenario en la Plaza de Mayo, Alberto Fernández llegaba a la residencia de Chapadmalal con su guitarra y unos pocos acompañantes. Un claro contraste entre la vicepresidenta rodeada de 250 dirigentes del Frente de Todos y miles de militantes en la Plaza y los alrededores que celebraban sus palabras, y el presidente siguiendo el acto por TV o por las redes. A su manera ambos están solos.
Ella, en el ejercicio del poder de la coalición con la responsabilidad de evitar el naufragio electoral. Él, con los meses que le quedan hasta diciembre, aislado del centro de la toma de decisiones. Por supuesto que en el ejercicio de la política siempre se prefiere la soledad del poder que la del no poder. Pero ambas conllevan sus pesares.
CFK tiene que hacerse cargo de los avatares de un gobierno del cual siempre se diferenció pero que le pertenece. De allí sus palabras en el acto del 25 diciendo que, a pesar sus diferencias, era mil veces mejor que el de Macri. Una forma de rescatar algo, reconociendo a la vez que no se trata de una gestión con aceptación en la sociedad.
Alberto Fernández, mientras tanto, trabajará en el marketing de despedida, actuando casi como un ex presidente ocupado de sus memorias del paso por la Rosada y procurando al menos una victoria simbólica; una competencia en las PASO entre al menos dos fórmulas. Sería una especie de premio consuelo y su contribución “histórica” en lograr que el binomio surja elegido más allá de la mesa chica kirchnerista. Tiene alguna posibilidad de cumplir ese sueño, no demasiadas. Son muchos, empezando por su ministro de Economía, quienes creen que es mejor no agregar en estos momentos “un kilombo más”.
Piensan que la noche de la elección, si se presentan muchos pre-candidatos oficialistas, pueden salir muy atrás en la tabla de posiciones generando la perspectiva de una derrota irreversible. El punto de vista presidencial tiene algo de compañía y, también, razones para ser considerado.
¿Hay alguien que pueda sintetizar la variedad del Frente? ¿Y si la boleta única deja en el camino muchos heridos sin representación? Las ventajas de una candidatura endogámica pensando en el piso de votos, corre el riesgo de lucir incapaz de pescar fuera de la pecera con vistas a octubre. Si se tratara de una discusión académica tendría posibilidades de hacer oír mejor su voz. Pero, como suele suceder en la vida, quien tiene más fuerza suele utilizarla para zanjar las discusiones a su favor. Su esperanza radica en la comprensión pragmática de sus rivales para esta módica concesión. Aun lográndola no podrá mitigar sustancialmente su rol secundario en lo que viene. Los únicos que intentarán mantenerlo en el recuerdo son los opositores. Quedaron en el olvido los días del 70% de imagen positiva en las encuestas en el contexto inicial de la pandemia. Lo mejor ya pasó.
Paradoja de la historia: en cierto modo, para Cristina también lo mejor ya pasó. La letanía en defensa de los tres gobiernos de 2003 a 2015 remiten a la imposibilidad de volver a los tiempos felices. Si contara con alguna chance real sería ella candidata. Y aún si los votos la acompañaran debería enfrentar una realidad antipática.
Mejor defender un buen recuerdo que un mal gobierno. La narrativa del mito se perfecciona con más facilidad que las medidas de un gobierno que deberá acometer la difícil tarea de estabilizar una economía que navega en la deriva de los tres dígitos de inflación. Su autoimpuesto rol de defensora de la doctrina la ubica solitaria en la cumbre de los principios. Claro que también la aleja del llano donde se construyen, para bien o mal, las circunstancias. Seguirá teniendo influencia, pero el punto de equilibrio estará más lejos de su figura.
La celebración de los 20 años del triunfo de Néstor Kirchner tiene, como toda evocación, un gusto inequívoco de nostalgia, definida por el diccionario como una tristeza melancólica originada por el recuerdo de una alegría perdida. Quizás, luego del 10 de diciembre, compañeros en el mismo estado de ánimo, Alberto y Cristina encuentren motivos para una segunda reconciliación. Antes de esa fecha, sus soledades correrán en paralelo.
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