El alcohol es la sustancia más consumida en todo el mundo y la que causa más muertes. Cada año fallecen al menos tres millones de personas en el globo a causa del abuso de esta droga, según señaló la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y en la Argentina el uso indiscriminado crece a pasos agigantados, como también la preocupación social.
Las continuas batallas campales a la salida de los boliches de todo el país donde se vende alcohol de manera indiscriminada o el festejo del “Último Primer Día” (UPD) de clases que se transformó en un ritual en el que las pibas y pibes consumen bebidas alcohólicas durante más de 12 horas, son algunos de los emergentes de esta problemática grave.
Aunque la franja etaria que más bebe es la de los jóvenes, el uso desmedido del alcohol está instalado en adultos e incluso en la tercera edad. Con el paso de los años, el beber alcohol en exceso se ha convertido en un mal de la sociedad muy difícil de erradicar. De por sí se ha naturalizado el consumo. Cuántas veces escuchamos “es una copita nada más ¿vos porque no tenés cultura alcohólica” (frase normalizada por los mayores) o el “hoy nos la re ponemos” (algo que tanto repiten los jóvenes), sin tener noción del daño que les causa.
“El alcohol es la sustancia que más se consume en la Argentina, atraviesa todas las clases sociales y es la que está menos visibilizada como un problema”, remarcó Gabriela Torres, la nueva titular de la Sedronar, quien en diálogo con Diario Popular analizó el uso nocivo del alcohol y contó algunas de las estrategias que están preparando para disminuir el abuso de las bebidas alcohólicas.
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“Ya salimos con algunas campañas masivas desde la Sedronar. Empezamos con el alcohol porque es la sustancia que más se consume. Dicha campaña tiene tres grandes ejes: instalar que el exceso del consumo como un problema; la segunda línea es que todos los adultos somos muy responsables de lo que consumen los jóvenes, que son la franja etaria que más consume. Decir todos los adultos es porque está el que vende, el que no hace cumplir la ley o ese adulto que compra vino para que tomen en su casa sin darles información de las consecuencias. Y la tercera línea es información clara, que sea basada en evidencia confiable para los jóvenes porque están muy solos con lo que creen que es el consumo, y también cuando consumen. Hace muchos años que trabajo específicamente con jóvenes, lo que uno escucha es que no tienen ninguna información. Por ejemplo, en general creen que cuando van mucho al baño después de tomar, la cerveza se va y la verdad es que se están deshidratando. Estamos preparando una campaña de información sobre las consecuencias físicas y sociales en relación al alcohol. Estamos proponiendo estratégicas colectivas de cuidado. Hasta que nosotros los adultos vayamos interpelando qué hay que hacer, los jóvenes tienen que cuidarse entre ellos. Nosotros estamos dando tips para que se cuiden”, comentó Gabriela Torres.
-¿Cuáles son esas estrategias?
-Algunas son muy sencillas, como que el alcohol no se va de la sangre solo con agua. Entonces además de tomar mucha agua, hay que tomar despacio, sin mezclar las bebidas, porque eso produce mayores consecuencias. Si uno come, el alcohol afecta menos al estómago. El tema es cómo hacer que lo que se consuma, no produzca un exceso en el cuerpo. Siempre hablamos de mayores de 18 años, porque el cuerpo de un menor no está desarrollado, ni el cerebro ni el hígado... Es mucho más nocivo consumir alcohol cuando sos menor de edad. Además tienen que saber que el chico que está excedido de alcohol se lo debe poner de costado para que no se ahogue, también abrigarlo porque el alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central y le va a dar frío. Al que tomó demás hay que acompañarlo a su casa; si van a manejar, tiene que haber un conductor designado. Si todos tienen información, se reduce el daño. Hay un montón de adultos que creen que si tomás un café después de beber mucho en una cena pueden salir a manejar y la verdad es que café no te saca el alcohol en sangre.
-La ley marca 18 años, pero realidad muestra que a los 14, 15 ya están bebiendo…
-No hay que demonizar a los jóvenes. El consumo excesivo siempre es un síntoma y si hay un síntoma, hay una causa, ¿qué está depositando en ese consumo? Nosotros tenemos que acompañar a los jóvenes que se pregunten esto; pero también hay algo de los adultos. Tenemos fiestas de cumpleaños que los adultos “graciosamente” le organizan una barra de tragos con juguitos, en vasitos largos y los hacen jugar a que son adultos que toman. Todos los jóvenes tienen en su casa algún ejemplo de algún adulto que tiene mil estrategias para evadir el control de alcoholemia. Parece que fuera gracioso estar borracho. Es una sociedad que tiene que interpelarse, hay algo que no está bien. Las empresas de cerveza hacen publicidad, que antes las mostraban de noche, donde se ven jóvenes en la playa consumiendo y pareciera que el mundo es más feliz…Tenemos un problema grave con el alcohol en relación a la sociedad. El problema es social y pareciera que las consecuencias son individualidades. Nosotros tenemos que trabajar en diferentes líneas. Hay algo que tiene que ver con el sistema educativo, lineamientos curriculares que ya estamos trabajando en eso, hay mensajes y estrategias de comunicación que tienen que ser claras. Estamos armando en el área de investigación para volver a medir motivaciones de consumo, algo que se dejó de hacer. ¿Por qué un joven consume alcohol como si fuera hasta morir? ¿por qué aguantan tanto? Preguntás hasta cuándo, y dicen: ¡hasta morir! Eso es muy nocivo. Un coma alcohólico se produce en dos horas. Hablamos poco de un tema que nos afecta mucho.
-El alcohol está culturalmente instalado en la sociedad. ¿Cómo se cambia cuando está tan arraigado?
-Sí, es cultural, pero la cultura la cambiamos entre todos. La responsabilidad del estado es dar información; hacer campañas con medios públicos; instalar que tenemos un problema, en el que hay una responsabilidad de los adultos. Acompañarlos en cuidado, en todos los ámbitos que los jóvenes circulen; hay que proponerles cosas saludables. El problema del UPD (Último Primer Día), no es que vayan sin dormir a la escuela, el problema es que vayan borrachos. Es un ritual de pertenencia de querer ser grandes, que está bien que suceda, pero se ha hecho muy poco al respecto. Proponerles que el UPD sea un campamento, una pernoctada saludable. Hay muchas cosas que se pueden hacer. Lo que está claro es que no puede ser una decisión del estado, sino hacernos cargos del problema todos. Por ejemplo, una madre que le dice a su hija que en su cumpleaños de 15 no va a haber cerveza, parece un problema y no lo puede sostener sola porque la hija le dice que en todos los cumpleaños hay. Entonces, necesitamos un acuerdo de adulto. Imaginate si todos los adultos de una escuela dicen este año no habrá alcohol, es una estrategia de cuidado hermosa. Desde el estado vamos hacer muchas, desde la Sedronar específicalmente; pero también estamos trabajando fuertemente con el Ministerio de Salud porque hay algo de la accesibilidad, de la atención, de la desintoxicación que tiene que suceder y todos dando información, tratando de registrar al otro en el cuidado. Para que la cultura cambie necesitamos que todos hagan un click. Ahora se habla mucho del tema, es un buen momento para modificarlo.
-Es un proceso muy largo porque tiene que haber un despertar individual para modificar una acción cultural…
-Por supuesto. Nosotros siempre comparamos con algunas cosas de la integralidad de la política de cómo se fue desalentando el consumo del tabaco, que es una de las sustancias que tiende a bajar. Hay un conjunto de políticas. Tiene que ver con la regulación de publicidad, con lo impositivo, y las campañas sobre lo que afecta. Hay algo de publicidad, de control, por eso es una política integral. Hay que instalar el problema, los cambios culturales llevan tiempo. Hay que cuidar a todos, en soledad no se cambia la cultura.
-Se hablo de prohibición como método. ¿Sirve prohibir?
-Si se prohíbe sin explicación, no sirve. Si se prohíbe y no se da información, no se interpela para qué se consume, no se da ninguna otra propuesta y se los deja solos a los pibes y pibas diciéndole que no, no sirve. Si vos decís no se puede tomar en la playa y prohibís solamente, van a tomar adentro de la casa. Nadie le explicó por qué estaba prohibido. Todos fuimos jóvenes, el no sin explicación no tiene resultado. Creemos que es un compromiso de los adultos acompañar y también preguntarnos qué pasa con el alcohol que no nos hacemos cargo de que es un problema enorme.
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