Las calles se llenaron una vez más. Desde las 11 de la mañana el centro porteño estuvo prácticamente paralizado. Primero en el Obelisco con la manifestación de agrupaciones sociales y, luego, en Plaza de Mayo con la marea de trabajadores atraídos por la CGT.
Divididos. Así entraron a la concentración frente a la Rosada. Por Diagonal Norte las agrupaciones sociales y Movimiento Evita. Por el Sur UPCN y otros gremios cercanos a la oposición. En el centro, por Avenida de Mayo, el gremio de Camioneros ingresó como amo y señor de la Plaza.
El último fin de semana, el campeonato argentino de asado organizado por la Ciudad de Buenos Aires había dejado un aroma especial en el ambiente. Esta vez, el humo volvió a ser opositor y, como suele suceder en estas marchas, rodeó con su característico olor el reclamo a Plaza de Mayo.
Muy temprano a la mañana, Jorge Triaca había apuntado en declaraciones a Radio Mitre que la movilización "era innecesaria e inoportuna". Además sostuvo que "tenía un tufillo político". La razón fue la fecha elegida por la CGT para llamar a la movilización.
En ese aspecto, la confrontación también llegó desde la oposición más férrea al Gobierno. ¿La razón? La fecha. Para la oposición la marcha tendría que haber sido antes de las PASO.
En el medio de ambos, la CGT navegó entre sus dudas y, finalmente, llevó adelante este acto en Plaza de Mayo.
Confrontados entre sí. Sonaba una cumbia por los altoparlantes. "Negra Caderona" de Aniceto Molina, era la canción que se escuchaba mientras las piedras volaban por el aire. Un par de manifestantes vestidos de verde se enfrentaron con otros del mismo color. Todos camioneros. O, de antemano, parecían ser del sindicato de camioneros. Luego dijeron que hubo "infiltrados" que quisieron pudrir la movilización.
En medio del escándalo volaron piedras, botellas y algunas cruces que estaban clavadas en la plaza como homenaje a los caídos en Malvinas. "Por favor, compañeros. Tranquilos. Calmense, la puta madre", se enojaba el locutor desesperado. "Camioneeeeros, somos todos camioneeeros", empezó a cantar como si fuese una maestra jardinera que busca calmar a sus chicos.
Y funcionó. Se calmaron, hubo algunos heridos, un poco de sangre y cabezas cortadas. Pero todo siguió, a los diez minutos el DJ puso "I'm waiting for your love", de Los Pericos y los incidentes quedaron atrás.
Desde la organización adelantaron al orador y salió Juan Carlos Schmid para apurar la desconcentración. En medio del discurso, una columna de partidos de izquierda quiso irrumpir al grito de "paro general", pero no sumó adeptos.
Tampoco sumó muchos adeptos Schmid cuando aseguró una reunión para el 25 de septiembre. Allí, según sus palabras, pondrán una fecha a un paro general. El anuncio fue recibido en silencio. No hubo gritos, no hubo palmas y no hubo festejos. Pasó como si nada.
La falta de entusiasmo tras recibir la noticia quedó demostrada al término del acto. Sin cantos, sin gritos y sin la euforia acostumbrada en otras manifestaciones. En el centro de la escena, la CGT recibe críticas del Gobierno por "apurados", de los sectores opositores por "lentos" y de las bases por no definirse. Sin certezas.