Las peluquerías de la región atraviesan un momento económico complicado, debido a que, desde la declaración del aislamiento social, preventivo y obligatorio, no volvieron a recibir ingresos porque mantienen sus persianas bajas. Esto no sólo perjudica a los peluqueros y barberos, sino que también a los demás trabajadores que intervienen en ellas como empleados de limpieza, recepcionistas y administrativos.
Como si fuera poco, manifiestan una total incertidumbre con el día después de la cuarentena, ya que no saben cuáles serán los protocolos que tendrán que aplicar a la hora de atender sus clientes, con el objetivo de no contagiarse de coronavirus.
En diálogo con El Quilmeño, comentaron que durante el verano "el panorama se tornó complicado porque están todos de vacaciones, pero, luego, comenzó a mejorar entre los últimos días de febrero y principios de marzo. Todo parecía que se iba a normalizar hasta que surgió el tema de la pandemia de coronavirus".
"En ese momento la gente no venía mucho a las peluquerías, en algunos locales iban solamente dos personas durante doce horas. Pero, con el establecimiento de la cuarentena, nos vimos obligados a cerrar. Comprendemos la situación sanitaria, pero también queremos decir que nosotros no nos podemos quedar sin comer", añadieron entristecidos.
Asimismo, consideraron que, en la mayoría de los casos, "tenemos a nuestras familias a cargo. Es decir, somos los que posibilitamos el ingreso económico a nuestras casas. Toda una vida siendo peluqueros y ahora estamos parados".
Párrafo aparte le dedicaron a la incertidumbre del día después de la cuarentena y expresaron que "sabemos que la gente no va a venir rápido. Nosotros atendemos también a muchos adultos mayores que son pacientes de riesgo y debemos tener cuidado".
Finalmente, destacó que "no sabemos cuáles serán los protocolos que deberemos tener a la hora de llevar a cabo el trabajo. Si tenemos que usar barbijos especiales. Nuestro trabajo es cara a cara. Es toda una incertidumbre".