Como mascota el loro es muy antiguo -más allá de aquello que vive muchos años- , tradicionalmente se lo ubicó en el hombro de todo pirata que se preciara, luego fue muy requerido por las familias, principalmente por su capacidad para “hablar”, además de adornar con su presencia un tanto exótica.
Los loros son aves que pertenecen a la familia de los Psitaciformes, clasificación que agrupa a las aves provistas de patas prensoras, plumaje de vivos colores y pico corto, alto y muy encorvado, casi todas son originarias de países tropicales.
En el mundo se pueden encontrar distintas especies de loros, por ejemplo en América, habita el loro hablador (Amazona aestiva), el loro barranquero y la catita (Myopsitta monachus). Originarios de otros continentes son el periquito (Australia) y el loro gris africano (Africa), que se cree que es el que mejor logra imitar la voz humana.
Los loros son mascotas que se domestican fácilmente porque se adaptan muy bien a los seres humanos, reconocen rápidamente a sus dueños, y una de las particularidades de su personalidad es que suelen ser muy inteligentes y se aburren con facilidad. Seguramente es la compañía ideal que alegrará la casa y por muchos años, ya que algunos alcanzan a vivir hasta 50 años.
Antes de elegirlos como mascota hay que informarse sobre las particularidades de su forma de vida, sus necesidades y los cuidados que requiere, además de mucha paciencia y amor. Si optamos por alguna de las distintas especies, hay que tener en cuenta como primera medida el lugar donde lo alojaremos.
El loro común o cotorra es una especie que se desarrolla hasta alcanzar, en la madurez, una medida típica de 22 a 25 cm. Este dato conviene tenerlo en cuenta para comprarle una jaula acorde al tamaño promedio en la edad adulta. Será conveniente consultar con el veterinario en el momento de adoptarlo para saber qué jaula comprarle. Hay que considerar que la jaula tenga palos que la atraviesen, además de torres de juegos. También puede tener troncos con corteza u otros juguetes lo más naturales posibles para que jueguen, los rompan y limen su pico, y además son excelentes para que se entretengan, aunque no para que vivan en ellas. La jaula puede situarse en el lugar de más movimiento de la casa durante el día. Pero habrá que considerar disponer de otra jaula más pequeña para que duerma en un lugar tranquilo.
Con relación a la alimentación, las psitácidas grandes como los loros, guacamayos y cacatúas se alimentan a base de semillas de girasol o maíz. También comen frutas como bananas, manzanas; verduras y otros complementos a su alimentación como yema de huevo y pan. En tanto que las especies más pequeñas como los periquitos se nutren con mezclas comerciales de semillas de alpiste y mijo, junto con pan, verduras y frutas.
Los bebederos deben ser de material enlozado o de barro cocido -tipo “cazuelitas”-, porque el metal se oxida y el óxido puede alterar seriamente el aparato digestivo de las aves. Además, los comederos y bebederos deben estar siempre limpios, sin restos de comida ni materia fecal.
Además de informarnos sobre sus necesidades básicas de alimentación y espacio, hay que ser conscientes de la importancia sobre la necesidad de limpieza que requieren tanto el ave como el lugar en el que se aloje. Siempre debe tener a su disposición agua fresca. Les resulta confortable que los rocíen, por lo menos una vez a la semana mientras al mismo tiempo, se mantienen las jaulas y áreas de vuelo bien aseadas. También es importante observar que no tenga parásitos, por eso siempre conviene consultar al veterinario sobre su prevención y tratamiento. Además del plumaje, también hay que prestarles atención a sus patas, para evitar que se inflamen. Como norma fundamental, tanto la jaula como las perchas deben estar bien limpias.
El hacinamiento les provoca estrés, por eso hay que proporcionarles oportunidades para la distracción y ejercicio, para evitar que se picoteen el plumaje cuando están aburridos.