A través de los siglos, el aloe vera ha colaborado con la salud y la belleza. Se usaba en el antiguo Egipto, está mencionada en la Biblia, y nosotros la tenemos al alcance de la mano.
En el antiguo Egipto se la conocía como la planta de la inmortalidad, se la utilizaba en el proceso de embalsamamiento de los faraones, y es mencionada en el famoso Libro egipcio de los remedios, el Papiro Ebers, para tratar numerosas afecciones. En el libro Ayurveda, con 5000 años de historia en la India, el aloe vera es una planta considerada como con excelentes efectos curativos. En la Biblia, se la nombra tanto en el nuevo como en el antiguo Testamento. Los mayas también la consideraban una planta sagrada. En el “Libro de las Hierbas Medicinales” chino, se la recomienda para quemaduras o como protector de sol, dermatitis, picaduras y mordeduras de insectos, inflamaciones e irritaciones por el contacto con hierbas venenosas, luxaciones, esguinces, pérdida de cabello, entre otras aplicaciones externas. En su uso interno, se recomendaba como laxante, reconstituyente, en problemas digestivos, renales y hepáticos, entre otras posibilidades.
Existen cientos de especies de aloe, pero la utilizada en salud y cosmética es el Aloe Barbadensis y por sus propiedades puede ser usada tanto a nivel externo como interno, con la debida precaución médica. El aloe es cicatrizante, antialérgica, desinfectante, antiinflamatoria, laxante coagulante, cicatrizante, astringente, hidratante y emoliente. Se han identificado más de 75 compuestos: minerales, enzimas y aminoácidos esenciales y no esenciales, betacaroteno, vitaminas B1, 2, 3, 6 y 12, C y E, entre otras sustancias.
Existen varias formas de usar el aloe vera, y dependen de su finalidad. Hay presentaciones comerciales, de las cuales habrá que verificar su concentración y procedencia, y otras formas más sencillas que podemos realizar en casa. Como jugo, en gel, hoja fresca y recién cortada, cremas y pomadas, tónico, gel para inhalaciones, tinturas, polvos.
Las aplicaciones son muy variadas, dentro de las más comunes se la utiliza para tratar el acné, abscesos, heridas pequeñas, cicatrices y quemaduras. Para la caspa y seborrea se recomienda el jugo de aloe diluido en agua, utilizado como champú. En infecciones por hongos, en manchas de la piel, y en casos de psoriasis, se prepara un gel con la pulpa para aplicaciones locales. En cosmética, tanto mezclada con otras cremas como en aplicaciones puras, previene arrugas, hidrata la piel y promueve el crecimiento de células nuevas. Por sus nutrientes, penetra las tres capas de la piel. Reduce los poros abiertos, y puede usarse debajo del maquillaje. Para los hombres, después de afeitarse el Aloe Vera, suaviza la piel y calma el ardor; luego de la depilación también evita irritaciones. Previene la aparición de pequeñas estrías. Se aconseja la utilización de una crema hidratante o aceites naturales una vez que el aloe haya penetrado en la piel ya que al ser astringente, puede dar un poco de sequedad.
Llegada desde la historia hasta nuestros días, invaden las estanterías de perfumerías y supermercados, los productos que dicen tener esta mágica planta. Lo cierto es que podemos usarla de manera mucho más natural y personalizada, sin conservantes ni agregados químicos que tanto dañan nuestra salud. En una maceta, en la tierra, en el patio, en el balcón o en el borde de una ventana, todos podemos tener una planta de Aloe, y varias soluciones a mano.