El advenimiento de la moda contemporánea, los problemas familiares
típicos de una sociedad moderna, la ausencia de la figura masculina en
el hogar, pueden ser los detonantes de un fenómeno cada día más común en
nuestro país: la competencia generacional entre madres e hijas.
Cuando la mamá a veces quiere ser, literalmente, más joven que su hija, vivir su estilo de vida, vestirse como ella, y se caracteriza como si tuviese 18 años se inicia un proceso de tira y afloje que las mas jóvenes no toleran o, por lo menos no reciben bien.
Existen casos donde la madre no llega a los 40 y la niña sale de la adolescencia, luego esta última entra en las dos décadas y se producen pequeños cortocircuitos tales como “mi mama es mas sexy que yo” o “es mas moderna” o bien “quiere salir con mis amigos”.
Muchas son las causas de este inusual fenómeno, donde a veces una mujer no acepta el paso del tiempo, se resiste a los cambios en su cuerpo y se invierte la figura de referencia, que pasa a ser su hija: joven, sin arrugas, moderna y fresca.
La particularidad de estas conductas, así lo explica la licenciada en psicología Andrea Silvia Vega, integrante de un equipo de atención institucional de un hospital capitalino: “Se puede enmarcar como generalidad en los mandatos sociales, donde envejecer seria algo malo y aparece sobreidealizada la etapa de la juventud, y dentro de esa edad la estética de 90-60-90”.
Vale destacar que a veces, este tipo de fenómenos se produce cuando la ausencia de figura paterna está en el tapete como cartas sobre la mesa: “Después de un divorcio, el hombre se ausenta, o no aporta dinero, o no se responsabiliza de los adolescentes de la misma manera que la madre.
Tanto una mamá como un papá, después de un divorcio atraviesan un duelo por la pérdida de dicha pareja, el cual requiere de cierta elaboración, un tiempo. Todo está puesto en un despliegue hacia el afuera: no habría palabras, sino actings, a falta de un recorrido interno. Si una mamá queda sola con la mayor parte de las responsabilidades, puede esto desencadenar ciertas actitudes, una de ellos puede ser el comportarse o vestirse como una adolescente”, explicó la Licenciada.
Dentro de este dilema, de las madres - teens y de las hijas - madres aparece el hecho de que un hombre maduro ponga los ojos en una joven veinteañera, algo que las adolescentes de hoy, en su mayoría, aceptan. Sin embargo, algunas de ellas no toleran, por ejemplo, que su madre se vista con minifaldas, calzas y ropa diminuta o bien que traiga un joven novio a su casa: “Existe cierta cosmovisión donde está aprobado y naturalizado que un hombre salga con una mujer más joven. No está visto de la misma manera la situación inversa”, especificó Andrea Vega.
En el mundo del espectáculo existen las madres ultramodernas y super jóvenes, con hijas a las que apenas les llevan unos 16 a 20 años y que se someten a cirugías en pos de parecerse a sus hijas y acaparar más atención que las mismas chicas.
Según Vega otro factor fundamental en la aparición de las “eternas adolescentes” es el contexto socioeconómico en el que se mueven: “En clases sociales altas, donde las exigencias estéticas tienen más relevancia, es un poco más frecuente encontrar casos. También en personas mediáticas hay mas situaciones de este estilo. Las clases bajas padecen a veces otro tipo de confusiones, se desdibujan los roles, edades, cuando aparecen a veces situaciones de promiscuidad, cuando comparten varios el mismo espacio. Abuso y violencia son a veces las problemáticas que se suscitan”.
Otro punto que aparece con frecuencia en la competencia madres - hijas es la no aceptación del término abuela, si las chicas son muy jóvenes madres y la mujer mayor de 40, joven biológicamente, esquiva esa palabra por temor a que la vean como una anciana y no tanto como objeto de deseo: “La vejez muchas veces es desvalorizada, está vista como un mal, degradándose las capacidades de las personas mayores, como por ejemplo nada más ni nada menos que la experiencia de vida. Personas más pendientes de los mensajes sociales, inseguras pueden sentirse menos por ser grandes, y sienten que es algo vergonzoso, que habría que ocultar. Cuando una mujer joven entra en el proceso de ser abuela joven tiene que aceptar su condición y no oficiar como madre de su hija y de su nieto, sino respetar espacios, educar y contener”, aclaró la profesional.