Así se desprende de un estudio realizado por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI). Entre los que más snackean se encuentran los niños de 3 a 5 años

Comer snacks es algo muy frecuente en la población. Según un estudio realizado por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), el 80 por ciento de los argentinos ingiere alimentos entre las cuatro comidas principales, una cifra que no distingue edades, géneros, grupos sociales o regiones.

"Se diferencia del picoteo que es el que no registramos. ('Te saqué una galletita, ¿Me das media?'), y de las colaciones  que es la indicada por los médicos. El snacking no tiene esas características y por lejos es la más frecuente", puntualizó el Dr. Esteban Carmuega, jefe de residentes del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y director asociado del CESNI.

El snackeo, también llamado quinta comida, o comer entre comidas, es un patrón frecuente y regular que se produce a lo largo de toda la semana. Está fuertemente influenciado por el estímulo externo y representa entre el 5 y el 12 por ciento de la energía diaria, siendo más importante en la dieta de los niños que en los adultos.

El estudio, denominado "Patrones de snackeo de la población argentina", muestra que sólo un tercio de la población, entre los que prevalecen adolescentes de entre 12 y 18 años, elige en esta práctica alimentos saludables. En tanto, el 33 por ciento, de los cuales la mayoría son jóvenes y adultos, opta por lo más sano.

Entre los alimentos que se consumen durante la quinta comida, los más saludables son el agua, las frutas, las verduras, el yogur y la leche; sin embargo, un tercio selecciona los panificados, las galletitas, los azúcares y las golosinas en general.

"En promedio, las personas snackean una vez al día y entre los que más lo hacen se encuentran los niños de entre 3 a 5 años", precisó la Lic. María Elisa Zapata, Magister en Nutrición Humana y Calidad de los Alimentos.

En las investigación, que tuvo como muestra a 1360 personas, se puede ver que quienes snackean alimentos menos saludables consumen el doble de calorías, tres veces más cantidad de grasas totales, saturadas, azúcares libres y sodio, y menos de la mitad de vitaminas.

"Naturalmente venimos con un estómago relativamente pequeño para comer a lo largo del día. No comemos siempre por el estímulo del hambre; comemos por la costumbre de comer al mediodía, desayunar ciertas cosas. Pero lo que se da fuera de esos momentos, suele estar gatillado por un estímulo visual. Cuando uno está trabajando y no tiene nadie que está comiendo al lado, no sale a comprar un alfajor. Pero si tiene al lado alguien con una caja de alfajores y vino de Mar del Plata y le ofrece, la come. Es el estímulo el que lo dispara", explicó Carmuega.

 Los especialistas coinciden en señalar que es necesario brindar herramientas de concientización sobre la importancia de la buena nutrición con el objetivo de modificar los hábitos alimentarios en pos de mejorar la salud y la calidad de vida a futuro.

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