Arturo

Muchas gracias, doctor, por su columna de cada domingo. Le quería preguntar qué le pasa a nuestro cuerpo cuando tenemos miedo.

Arturo, muchas gracias a usted por el interés y por su pregunta. Cuando tenemos miedo, nuestro cuerpo se prepara para la lucha o la huida. Se trata, en realidad, de un mecanismo de defensa. Entonces, cuando el cerebro detecta una amenaza, se activa en nuestro cuerpo una respuesta coordinada que abarca componentes llamados autonómicos, neuroendócrinos, metabólicos y del sistema inmune. Su finalidad básica es conseguir el máximo de energía para aquellas partes del cuerpo que más lo requieren. Para luchar o huir, el organismo necesita un mayor flujo de oxígeno para sus músculos, especialmente los grandes músculos del sistema de locomoción. Así, se acelera la respiración para proveer más oxígeno, y la frecuencia cardíaca también se acelera para entregar más rápidamente ese oxígeno a través del torrente sanguíneo a los músculos principales. Los vasos sanguíneos en la piel se constriñen para que haya el menor sangrado posible en el caso de una herida, generando la conocida sensación de los “pelos de punta”. Para proporcionar el combustible suficiente para el esfuerzo, nuestras glándulas convierten los carbohidratos almacenados en las células en azúcar circulante en sangre. El sistema inmune también está implicado.

Ana

Doctor, ¿a qué se llama “desórdenes de ansiedad”?

La ansiedad, como mencioné en la columna anterior, es un sistema avanzado y típicamente humano, que nos permite prever el peligro, es decir, nos ayuda a protegernos a partir de la anticipación de una amenaza que todavía no está presente. Pero, si empezamos a detectar peligro donde no lo hay y evaluar los riesgos en exceso y como consecuencia, tomamos demasiados recaudos y anticipamos todo lo que puede salir mal sin poder parar, estamos ante un trastorno de ansiedad, que son los desórdenes psicopatológicos más comunes en nuestras sociedades. Las personas que los sufren suelen tomar medidas de seguridad excesivas, como evitar ciertos lugares o situaciones, revisar y repetir muchas veces actos o pensamientos. Los ataques de pánico y las fobias son ejemplos de estos trastornos. Por sus manifestaciones físicas y psicológicas, el ataque de pánico es sinónimo de miedo extremo. Consiste en la aparición abrupta de cuatro o más síntomas físicos intensos acompañados de mucho temor: palpitaciones o taquicardia, dolor u opresión en el pecho, sudoración, temblores o sacudidas, sensación de ahogo, inestabilidad, mareos o sensación de desmayo. Por su parte, las fobias aparecen cuando las personas se sienten intimidadas por elementos aparentemente inofensivos, como por ejemplo, las fobias a los insectos, a las alturas, a los espacios cerrados, a los ascensores, a las tormentas, a los perros, a volar, a ver sangre y al agua.

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