Si una palabra caracteriza a esta etapa esa palabra es intensidad. A esa edad, los pequeños viven grandes cambios y experimentan avances importantes no tanto física como intelectualmente. Están dejando de ser bebés, aprenden a controlar esfínteres, amplían su vocabulario y pueden comunicarse de otra manera, aunque todavía no puedan expresar muy bien sus emociones, y lo más significativo quieren afirmar su independencia.
“No” y “yo solita o solito” son las palabras que más pronuncian, pero para acompañarlos amorosamente en esta etapa, hay que tener en claro algunas cosas. Una de las características de esta edad son los berrinches.
No es justo para los niños considerar que los llantos y pataleos cuando quieren algo en esta etapa se debe a que no pueden expresar aún aquello que piensan o que sienten. Quieren sentirse independientes, ya no son bebés, y quieren decidir ellos. Es bueno, para su futura autonomía que se le proporcione cierto espacio y margen para que tome alguna decisión, acordes a sus posibilidades y dentro de las normas y límites de los padres. La necesidad de independencia del niño de dos años, se enfrenta a aquello que no puede conseguir, la respuesta son los famosos berrinches.
Estos grandes enojos que tienen son perfectamente normales en esta etapa. No se trata de chicos mal educados ni caprichosos, es la forma que encuentran en su escaso poder de comunicación que aún tienen, de mostrar lo que les sucede. Estas explosiones pueden ser manifestadas con llantos, gritos, tirarse al suelo y patalear, entre otras. La frecuencia de estos berrinches depende de cada niño, algunos tienen estos estados cada tanto y otros a diario.
No hay que alarmarse, son normales y frecuentes hasta los 4 años, especialmente a los 2 años, y se van a medida que el niño crece. Se necesita grandes dosis de paciencia, de comprensión hacia la etapa que están atravesando nuestros niños y sus características particulares. Si conocemos momentos y las situaciones en las que es más probable que nuestros niños estallen de rabia, podemos evitar situaciones dolorosas para todos:
-Ofrecerles dos posibilidades y dejarlos que ellos elijan por una.
-Cuando el niño siente frustración por no poder realizar una habilidad se puede sacar de su presencia esos juguetes o enseñarle otra manera drealizar eso que les resulta complicado.
-Algunos juegos sobreexcitan a los niños y pierden el control. Cortar un juego de este tipo a tiempo, presentando otras actividades.
- Si existen en la casa objetos con los que no se les deja jugar, ponerlos fuera de su vista evita la frustración por no poder agarrarlos.
- Cuando tienen sueño, hambre o si están cansados, son situaciones con probabilidad de berrinches.
-Avisarles con tiempo lo que van a hacer en las próximas horas hace que estén preparados y se evita el berrinche que les produce una imposición instantánea. Ser empáticos con nuestros hijos es el mejor regalo que les podemos hacer.