Estamos ante una era de cambio tecnológico y social, los cuales implican grandes desafíos a nivel educativo y laboral

El mundo se ha transformado notablemente. Hoy estamos ante una era de cambio tecnológico y social. Estos cambios implican grandes desafíos a nivel educativo y laboral. Entre ellos, necesitamos que los jóvenes adquieran durante su educación habilidades para conseguir y desarrollarse en empleos que todavía ni siquiera se han inventado. Es que estas nuevas tecnologías también generarán nuevas formas de trabajo.

Este panorama puede parecernos angustiante, pero no debe desalentarnos, sino que debe impulsarnos a pensar cómo formamos y acompañamos a nuestros niños, niñas y adolescentes para así brindarles las herramientas más útiles para su futuro. Por ejemplo, ya no es necesario que recordemos grandes cantidades de datos, fechas o fórmulas. Esa información hoy está al alcance de un par de clicks. Lo importante es lo que podemos hacer y pensar a partir de ese conocimiento disponible, es decir, la clave está en las habilidades cognitivas que desarrollemos.

Resolver problemas complejos a partir de encontrar respuestas novedosas a situaciones difíciles será una capacidad de gran valor. En este sentido, la creatividad seguirá siendo fundamental. Otra ventaja será contar con sensibilidad estética, porque si bien la tecnología puede aportar mucho al mundo del arte, la emoción transmitida en una obra literaria o una canción, solo puede surgir de la experiencia humana y no puede ser trasladada a un robot o a una computadora. También harán falta la intuición y el contacto entre las personas.

En medicina, por ejemplo, existen aplicaciones capaces de realizar diagnósticos precisos, pero la contención es algo primordial para los pacientes y no hay máquina que pueda imitarla. Lo mismo sucede en el trabajo social o el cuidado de la salud mental que requieren de habilidades emocionales y sociales. La empatía, que consiste en entender lo que los demás sienten y necesitan, continuará siendo esencial.

Por más tiempo que estemos frente a las pantallas, no hay nada que reemplace el valor de la compañía y el cuidado amoroso. Por eso, aquellos con la capacidad de brindarlos seguirán siendo personas sumamente valiosas. En este sentido, las maestras y los maestros son y serán irremplazables. Se necesitará cada vez más de ese rol clave que es el de inspirar, motivar y formar a las próximas generaciones no solo en estas habilidades necesarias, sino también en los valores esenciales para vivir en sociedad.

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