Hoy es el segundo y último martes 13 del año, una fecha que desde la más remota antigüedad es tenida como fatídica para casarse, mudarse, viajar, cortarse el pelo, tejer, matar cerdos o espantar gallinas. El primer martes 13 tuvo lugar en abril pasado, pero dado que el mundo no colapsó, ¿por qué tenerles miedo? Veamos: las leyendas nórdicas hablan de 13 espíritus del mal; la venida del Anticristo y la Bestia aparecen en el capítulo 13 del Apocalipsis; en el Tarot, este número hace referencia a la muerte; y tras la Ultima Cena con sus 12 apóstoles, el comensal número 13, o sea Jesús, fue crucificado. El día de la semana no se queda atrás: “Marte”, según la mitología romana (Ares, para la griega) es el dios de la guerra, lo que hace que el día martes esté regido por el planeta de la destrucción, la sangre y la violencia. Además, un martes 13 se produjo la confusión de lenguas en la Torre de Babel, luego que el buen Dios se enojara con los hombres y los condenara a no entenderse, por haber querido treparse al cielo. Un refrán muy popular dice: “El martes, ni te cases ni te embarques”. Otros, del mismo tenor, previenen: “El martes ni gallina eches, ni hija cases”; “El martes ni hijo cases, ni cochino mates”; y “El martes ni tu casa mudes, ni tu hija cases, ni tu ropa tejas”. Entre las supersticiones asociadas tanto al martes como al viernes 13 están la de no tener jamás trece invitados en la casa y no cortarse las uñas o el pelo durante ese día, porque trae mala suerte; evitar pasar bajo una escalera; no hacerse tirar las cartas ni encargar “trabajos” de brujería; y colocarse una cintita roja en la mano derecha, para evitar pleitos.
DE DIOSES Y YETAS
La mala suerte asociada a este número también se remonta a la mitología nórdica, esto es, a los celtas y normandos. Se cuenta que a un banquete en el Valhalla, adonde habían sido invitados doce dioses, se “coló” Loki, el espíritu del mal, con lo que los presentes fueron 13. En la lucha que se produjo para expulsar a Loki, Balder, el favorito de las deidades, encontró la muerte. Esta es una de las primeras referencias escritas sobre el infortunio relacionado con el 13. Desde Escandinavia, la superstición se difundió a través de Europa y al comenzar la era cristiana ya estaba establecida en los países mediterráneos. Se dice que esta creencia fue reforzada con el episodio de la Ultima Cena y desde ese momento hasta hoy, invitar a trece personas a comer, significa que una de ellas encontrará la muerte dentro del año.
NO CREEN, PERO...
Aunque uno no crea en supersticiones, hay que tener en cuenta que por algo en los hoteles de Estados Unidos, donde se alojan los señores del primer mundo, sin problemas de desempleo, piqueteros, inseguridad, ni sueldos por el piso, las habitaciones número 13 no existen y tampoco los pisos 13. Saltan del 12 al 14, tendencia que gracias a la globalización es cada vez más notoria a nivel internacional. Igual recaudo toman los autos de competición y las compañías aéreas: no hay máquina, ni fila, ni asiento 13 porque es yeta, aunque sí, curiosamente, todos tienen 17, número que en la jerga del escolaso es todavía más contundente: ‘la desgracia’. Por supuesto, aunque a muchos este día no los atemoriza, a muchos personajes de la historia no les fue muy bien. La historia da cuenta que a la bella espía Mata Hari la detuvieron en París el martes 13 de febrero de 1917; y el zar de Rusia fue destituido un viernes 13. Por otra parte, Diego de Landa despellejó vivos a los mayas y destruyó sus fantásticos inventos, entre ellos su almanaque sagrado compuesto por 20 meses de ¡fatídicos 13 días!

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