San Judas Tadeo pertenece al grupo de los 12 apóstoles de Jesús de Nazareth. Judas es una palabra hebrea que significa: “alabanzas sean dadas a Dios”. Tadeo es su sobrenombre, y significa “valiente para proclamar su fe”. Sus padres, Cleofás y María, eran primos de la Virgen María. Sus hermanos eran Simón y Santiago el menor, llamados “hermanos del Señor” según la costumbre de los judíos, por ser parientes.
Según los testimonios históricos, Judas era dócil, atento y de poco hablar. Fue testigo de Jesús y el que le preguntó en el evangelio de Juan capítulo 14: “¿Por qué, Señor, te has de manifestar con esa claridad a nosotros y no al mundo?”. Después de la resurrección de Jesús predicó el Evangelio, obedeciendo las palabras de Su Maestro.
Según algunas recopilaciones, Judas Tadeo era el novio de la boda de Caná donde Jesús -de acuerdo con los Evangelios- realizó su primer milagro al convertir el agua en vino. El Evangelio de Juan narra cómo en una boda en Caná, la ciudad de Galilea, se encuentra Jesús con su madre y sus discípulos. En un momento dado falta vino, por lo que María ordena a los sirvientes hagan lo que Jesús diga. Este ordena que se llenen de agua seis tinajas de piedra (destinadas a purificaciones), pero al revisar el contenido el agua se había transformado en vino de gran calidad.
San Judas Tadeo es uno de los santos más populares, a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe. En Alemania, Italia, América y muchos sitios más, tiene numerosos devotos que consiguen por su intercesión admirables ayudas de Dios, especialmente en cuanto a conseguir empleo, casa u otros beneficios más.
Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Jesús le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de Judas Tadeo. A San Simón, que significa “Dios ha oído mi súplica” y a San Judas Tadeo se les celebra la fiesta en un mismo día, el 28 de octubre, porque según una antigua tradición los dos iban siempre juntos predicando la Palabra de Dios por todas partes.
Durante su adolescencia y juventud, Judas fue compañero de Jesús. Cuando Jesús comenzó su vida pública, Judas dejó todo por seguirlo. Como apóstol, trabajó con gran celo por la conversión de los paganos. Fue misionero por toda la Mesopotamia durante diez años. Regresó a Jerusalén para el Concilio de los apóstoles. Después se unió a Simón en Libia, donde los dos apóstoles predicaron el Evangelio a los habitantes de aquel país.
Refiere la tradición que San Judas y San Simón sufrieron martirio en Suanis, ciudad de Persia, donde habían trabajado como misioneros. A San Judas le dieron muerte con una cachiporra. Por eso se lo representa con una porra sobre la cabeza. Luego le cortaron la cabeza con un hacha. Trasladaron su cuerpo a Roma y sus restos se veneran actualmente en la Basílica de San Pedro.
San Judas es conocido principalmente como autor de la Carta de su nombre en el Nuevo Testamento. Carta probablemente escrita antes de la caída de Jerusalén, por los años 62 al 65. En ella, San Judas denuncia las herejías de aquellos primeros tiempos y pone en guardia a los cristianos contra la seducción de las falsas doctrinas.
Habla del juicio que amenaza a los herejes por su mala vida y condena los criterios mundanos, la lujuria y “a quienes por interés adulan a la gente”. Anima a los cristianos a permanecer firmes en la fe y les anuncia que surgirán falsos maestros, que se burlarán de la religión, a quienes Dios, en cambio, les tiene reservada la condenación .
A la soberbia de los malos contrapone la humilde lealtad del arcángel San Miguel. Anima a los cristianos a levantar un edificio espiritual llevando una vida fundada en la fe, el amor a Dios, la esperanza y la oración. Alienta la práctica del amor al prójimo; exhorta a los cristianos a que sean pacientes y con sus vidas virtuosas conviertan a los herejes. San Judas concluye su carta con una oración de alabanza a Dios por la Encarnación, ya que por ella Jesucristo, Palabra eterna de Dios, tomó sobre sí nuestra naturaleza humana para redimirnos.