Es difícil determinar cuáles son juegos verdaderamente argentinos, la mayoría de ellos llegaron de los barcos que traían a los conquistadores y algunos que jugaban los habitantes originarios.
La imagen popular e inmortalizada por el gran artista argentino Florencio Molina Campos es de un grupo de paisanos alrededor de un reñidero viendo como peleaban dos gallos ingleses, tirando una taba que antes formó parte de la rodilla de una vaca y ahora, lustrosa y bronceada, es una “peligrosa” vía para perder los billetes que el paisano guarda en el tirador o una carrera cuadrera. ¿Pero sólo esos eran juegos con los que se entretenían los gauchos argentinos? No, habían -y hay- algunos más.
La Taba: consiste en arrojar desde una determinada distancia un hueso de la rodilla de la vaca. Si el hueso cae del lado más liso es “suerte”, gana el tirador; si cae de la forma inversa, lado con agujero, es “culo” y gana el oponente.
La Herradura: se clava un palo o hierro de diez a veinte centímetros de alto en un lugar llano de cinco a diez metros de largo. El juego consiste en arrojar una herradura desde el extremo alejado al eje fijado y tratar de que la misma rodee y quede apoyada al hierro, ganando así la tirada.
Doma y Jineteada: la doma de cada animal está medida por un tiempo. Cuando éste finaliza, dos jinetes experimentados se acercan al jinete montado y lo quitan del animal arisco. Pero cuando el animal salvaje despide al jinete, el mismo debe retirarse corriendo para no ser embestido o pisado.
Carreras Cuadreras: una simple y llana carrera de caballos de unos cien metros. Se realiza generalmente en cualquier calle de pueblo.
Chancho Enjabonado: como su nombre lo indica, se trata de enjabonar un chancho mediano, soltarlo en algún lugar cercado bastante amplio, y dejar que los participantes traten de atraparlo. Gana quien consigue sostenerlo con firmeza.
Palo Enjabonado: juego que se realiza luego de los actos de fiestas patrias. Consiste en plantar en el medio del predio un palo de árbol liso, totalmente recubierto con jabón. Los participantes deben tratar de treparlo y conseguir, del extremo más alto del palo, un pañuelo puesto con anterioridad.
Riña de Gallos: consiste en hacer pelear a dos gallos dentro del “reñidero”. Se le ponen púas en las patas para que lastimen o maten a su oponente. Las riñas duraban entre cuarenta y cincuenta minutos, si en ese tiempo no había un ganador se declaraba empate. En la actualidad se encuentran prohibidas.
El Sapo: tradicional juego de campo que consiste en lanzar unas fichas de hierro para embocarlas en la boca de un sapo metálico (máximo puntaje) o en unos hoyos que lo rodean.
La Muchila: también se trata de una carrera de caballos. Aparentemente esta designación proviene de “mucho”, porque participaban todos los jinetes que puedan presentarse. Se ponen en una misma línea de partida y el que llega primero a la meta recibe un premio. También en otras zonas se lo conoce como “la polla”.
La Sortija: compiten dos grupos de jinetes que yendo al galope por un estrecho corredor de cien metros de largo que forma el público, deben acertar con un puntero que llevan en la mano a una argolla que cuelga a 2,5 m de altura de una cuerda floja. Se requiere de gran habilidad para acertar, ya que la argolla colgada se mueve y el galope del caballo es bastante irregular.
Existe una tendencia no muy conocida -por obvias razones- que asegura que el hombre de campo es muy propenso a los juegos de azar, y quienes estudiaron el fenómeno coinciden en que el juego es una vía de escape a la vida esforzada y dura del campo.