Habitualmente la perejila se juega con la clásica baraja española de 40 cartas sin ochos ni nueves, las figuras (rey, caballo y sota) valen 10 puntos cada una, cualquiera que sea su palo. El valor de los ases depende de la conveniencia del jugador. Así, pueden valer 11 puntos o 1 punto. El orden de las cartas sirve para formar escaleras o secuencias de cartas consecutivas.
En la perejila, el orden de las cartas es el indicado por su índice, es decir, as, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete (ocho, nueve, si se juega con baraja de 48 cartas), sota (10), caballo (11) y rey (12).
Hay que tener en cuenta que el As puede valer 11 puntos o sólo 1 punto, según le convenga al jugador. La perejila es el siete de oros o el nueve de oros, cuando se juega con baraja de 48 cartas; en tanto que cuando se juega con baraja de 52 cartas, la perejila sigue siendo el nueve de oros si la baraja es de póker español, o el nueve de diamantes si es de signos franceses, puede utilizarse como comodín, es decir, como la carta que más le convenga al jugador.
Sin embargo, una vez que éste le ha dado un determinado valor en una mano, ya no puede variarlo a lo largo de la misma, salvo en el lance de la flor.
En una mano, cada uno de los jugadores recibe dos cartas boca abajo o tapadas y una carta descubierta. Con estas tres cartas se disputan los ocho lances de los que consta cada mano: punto, as de oros, mayor de espadas, flor, escalera, parejas, no diez y treinta y una. Cada uno de estos lances está representado en un tablero rectangular de nueve casillas, en el que un jugador, llamado interventor, distribuye las fichas de las puestas.
El jugador al que le corresponde dar las cartas baraja bien el mazo y lo da a cortar al jugador de su izquierda (si se juega en sentido antihorario).
A continuación, dará una carta descubierta a cada jugador. El primero que ha obtenido un as -o bien, en su defecto, la carta más alta- gana las puestas del lance de punto. Después, el dador da dos cartas boca abajo a cada jugador.
Si alguno de ellos tiene tururú, es decir, tres cartas del mismo índice (pudiendo ser una de ellas la perejila), gana todos los lances, incluso el de punto, que le deberá ser pagado por el jugador que lo ha ganado anteriormente.
En caso de que ningún jugador tenga tururú, el interventor irá pagando los sucesivos lances del juego (as de oros, mayor de espadas, flor, escalera, parejas y no diez) a los jugadores que les corresponda. Luego de estos lances, se jugará la treinta y una.
En este lance, el dador deberá dar las cartas extras, boca arriba, que le sean solicitadas por los jugadores.
Una vez disputado el lance de la treinta y una, terminará la mano y los jugadores deberán vestir el tablero para la siguiente.