La tradición popular habla de la presunción de que regalar huesos, cruces, calaveras, caracoles, piedras, etcétera, no son portadores de buena suerte
Por el contrario, regalar flores y frutos lo son, pero a pesar de todo lo que se diga siempre hay que estar atento a esas señales interiores que pueden evitar muchas desgracias e infelicidades, por ello se debe saber que las “señales premonitorias no premeditadas” sobre los seres humanos, hasta la actualidad, constituyen un enigma.

Quizás ayude a explicar este enigma la frase de Albert Einstein que define como una “presión externa que se convierte en necesidad interna”. Si se quiere profundizar el tema hay que conocerse a partir del mecanismo que parece tomar las decisiones y que no es otra cosa más que “la conciencia”. Es decir ese no sé qué que da la capacidad de reconocer los propios atributos y los del exterior.

Los que son considerados los cuatro elementos fundamentales tanto para la buena suerte como para la mala suerte son los siguientes: FUEGO, TIERRA, VEGETAL Y ANIMAL.

Se trata de cuatro elementos que han sido reconocidos y considerados desde los más remotos tiempos -incluidos por personalidades como el mismo Aristóteles-, que hay que tener en cuenta al toparse con ellos o al soñarlos como augurios de buena suerte y de mala suerte, según la siguiente clasificación.

Fuego

DA BUENA SUERTE: cuando se trata de chispas, llamas o luces.

DA MALA SUERTE: cuando son brasas, cenizas, sombras, truenos o rayos.

Tierra

DA BUENA SUERTE: cuando se trata de oro, plata, gemas, cristales.

DA MALA SUERTE: cuando son minerales en bruto, mercurio, azufre.

Vegetal


DA BUENA SUERTE: cuando son flores, frutos, brotes y yemas.

DA MALA SUERTE: cuando son semillas, yuyos, viejos troncos.

Animal

DA BUENA SUERTE: cuando son bebés, cachorros, huevos.

DA MALA SUERTE: cuando se trata de monstruos, viejas brujas, mitos.

 
Factores de la vida que no maneja la voluntad

Hay factores en la existencia de todo ser que no se manejan a voluntad. Como deducción es muy simple, pero la mayoría de los seres humanos la dejan de lado. Las SPNP (señales premonitorias no premeditadas) no están a mano, ni en las manos, ni en la voluntad de las personas.
Hay un destino marcado que ya da a ese determinado ser una cierta autonomía interior y una deslumbrante pero falsa autonomía exterior.

Ese destino ya ha sido establecido por Dios, o la Madre Naturaleza, o su Sino, o la Suerte o como prefiera llamarlo, pero del que no podrá escapar, sólo mejorarlo si sabe estar atento a esas SPNP que emanan justamente de esa autoridad suprema para apoyarlo en este paso por la vida.

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