Existen dos clases de juegos: los que dependen del azar (frente a los cuales no hay ningún tipo de preparación posible) y los que dependen de la inteligencia, esos que -a veces- nos hacen perder la cabeza al descubrir las limitaciones de nuestra materia gris. De cualquier modo, el ser humano muchas veces echa mano a los juegos como una distracción y en ese contexto los juegos con fichas ocupan un lugar preponderante en nuestras vidas. En muchos juegos de cartas, más que la inteligencia es necesario tener una cuota de picardía (pregúntenles a los jugadores de truco). En otros, como el ajedrez, el ta-te-tí, el go, el lasca, el reversi o las damas (por citar los más conocidos) gana el que tiene mejor discernimiento. Porque los juegos de inteligencia obedecen a combinaciones y estrategias que -a medida que se las va conociendo- hacen de la persona un oponente más difícil de ser derrotado, como sucede con los grandes jugadores de ajedrez.
Juegos chinos
Los juegos con fichas han entusiasmado a distintas civilizaciones de la humanidad y nos podemos remontar a los antiguos chinos que practicaban el Nim para conocer sus orígenes. Este juego presenta distintas variantes para ser practicado entre dos competidores y tiene la ventaja de que no se requiere un material específico para confeccionar las fichas. Variante Nº 1: se coloca en la mesa un número mayor de 10 fichas y se juega por turno, pudiendo extraer cada jugador 1, 2 o 3 fichas por vez. El que pierde es el que retira la última ficha. Variante Nº 2: se colocan en la mesa tres o más grupos de fichas, pudiendo cada jugador retirar cuantas fichas quiera pero de un solo grupo, incluso puede retirar todas de una vez. Gana quien hace la última jugada. Variante Nº 3: se colocan dos grupos de fichas pudiendo cada jugador retirar las que quiera o la misma cantidad en ambos. Gana quien hace la última jugada. Variante Nº 4: se colocan las fichas en forma de rectángulo 5 x 10 o 9 x 18 debiendo cada jugador no sólo retirar la ficha escogida sino las que se encuentran a la izquierda y abajo de ella. Pierde el jugador al que le toca sacar la última ficha ubicada arriba, en la esquina del rectángulo derecho.
Los egipcios también jugaban
De los tiempos de los faraones llega El Mancala, juego que se practicaba jugándolo directamente en la arena. Se hacían pequeños pocitos y otros más grandes y como fichas se usaban tejos, bolitas o simples piedras del desierto. Había varias variantes de juego. Variante 1: sobre 6 pocitos chiquitos hechos para cada jugador y con 72 tejos, se colocan 6 piedritas en cada pocito y se sortea el que sale. El jugador toma las 6 piedritas de uno de los pozos y -siguiendo el sentido de las agujas del reloj- va depositando una piedrita en cada agujero siguiente. Cuando deposita la última piedra, si en ese hoyo quedan 2, 4 o 6 fichas, las retira como ganancia. Si en el agujero anterior sucede lo mismo, también las retira. Pierde el jugador que, cuando quedan 12 fichas o menos, no tiene posibilidad de captura del pozo. Variante 2: se hacen los 6 hoyos para cada jugador y uno más grande a la derecha del que hará de pozo. Se colocan tres piedritas en cada hoyo y nada en los pozos. Se sortea al jugador que comenzará el juego, quien luego tomará las tres piedritas e irá colocándolas siguiendo el sentido contrario de las agujas del reloj. Puede usar el pozo para depositar piedritas. Gana el jugador que vacía primero sus hoyos y como puntos tiene los que recogió más los del pozo del jugador contrario.

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