La rumba es un juego sencillo original de España, que puede
servir como introducción a los juegos de cartas. Es tan popular como las
variantes que existen. Una de ellas se editó en versión comercial, que es el
Uno, en la que se utilizan cartas especiales.
En la rumba, los jugadores deben tratar de descartarse de todas sus cartas colocándolas en un montón de descartes. Para poder hacerlo, la carta del jugador debe coincidir en palo o índice con la carta anteriormente jugada. Puede jugarse a la rumba tanto con baraja española como con inglesa, francesa o alemana. Para jugar a la versión básica, es necesario que en la baraja estén los ases y los reyes.
En una partida de rumba puede participar un número máximo de ocho jugadores, ya que inicialmente se dan seis cartas a cada jugador. El objetivo del juego consiste en no ser el último en desembarazarse de todas las cartas descartándolas sobre un montón central. Una partida de Rumba puede durar entre 10 y 15 minutos.
Cuando un jugador juega un as, obliga a que todos los jugadores tomen una carta de la baceta. A continuación, el mismo jugador que ha echado el as puede jugar otra carta del mismo palo u otro as, con lo que los otros jugadores deberán tomar otra carta y el jugador seguirá sin perder el turno de juego.
Los reyes se utilizan como comodines. Se pueden jugar en cualquier momento de la partida, sin que sea necesario que coincidan en palo con la carta anterior. El que echa un rey debe decir el palo que quiere que se juegue a partir de ese rey. En otras variantes de la rumba se añaden propiedades especiales a otras cartas. Se reparten seis cartas a cada jugador, de una en una, de dos en dos o de tres en tres, de derecha a izquierda.
A continuación descubre la carta superior del mazo de cartas, que coloca en el centro de la mesa, y deja el resto de las cartas (baceta o mazo) al lado de esta carta.
Cada jugador, en su turno, juega una de sus cartas sobre el
montón que hay junto a la baceta. La carta del jugador debe ser del mismo palo o
índice que la carta superior de ese montón. Si, en su turno, un jugador no tiene
en su mano ninguna carta que cumpla las condiciones necesarias para ser jugada,
el jugador debe robar (es decir, tomar de la baceta o mazo) hasta tres cartas
para poderlas jugar.
Las cartas que toma y no puede jugar las guarda en su mano junto al resto de sus cartas. Si después de haber robado tres cartas sigue sin poder jugar, debe pasar su turno. Cuando un jugador juega un as, obliga a los otros jugadores a robar una carta y vuelve a jugar. En cualquier turno, un jugador puede jugar un rey en lugar de una carta que cumpla las condiciones de juego. El jugador debe indicar el palo con el que se debe seguir el juego. Gana el primer jugador que consigue quedarse sin cartas, por haberlas jugado todas sobre el montón central de la mesa.i