No cuenta con un banco de datos genéticos, con testimonios de familiares o amigos. Desde que se enteró hace tres años que había sido comprada por sus padres adoptivos a una partera clandestina en una casa de Avellaneda, su vida cambió.
Fue un 25 de mayo cuando su papá adoptivo le confesó que ella no era su hija biológica. “Todo empezó con un juego”, contó Carolina, quien vivió toda su vida en Villa Pueyrredón.
“Ese día yo sentí que el mundo era inmenso y salir a la calle fue muy difícil. Ves todo con otros ojos porque podes estar viendo un familiar enfrente tuyo sin saberlo”, sostuvo. Para ella “estas historias son pactos familiares de silencio. Así como mis papás tuvieron que callar e inventar una historia, toda mi familia tuvo que respetar eso y callarse también”.
En busqueda de su verdadera identidad, Carolina se hizo hisopados, se acercó a Abuelas y hasta se anotó en una plataforma internacional que compara sus genes con los de personas de todo el mundo, pero no consiguió información. Lo único que sabe es que al momento de dar a luz, su mamá biológica era muy chica, un dato que tampoco tiene del todo confirmado.
“No sé si es una mamá que piensa que su hijo nació muerto, no sé si es una mamá que quiso darme en adopción, no sé si es una mamá a la que le mintieron o la forzaron para que me dé en adopción. Pero si tengo la posibilidad de encontrarla, lo primero que imagino es un abrazo fuerte, de esos que no te soltás con nada”, afirmó a SN Oline.
“Hurgar en los culpables o en cómo fue en detalle, no me suma. Para concluir esta historia lo único que necesito es encontrar a mi mamá”, finalizó.
comentar