No se sabe de qué cuento de terror salió Aaron Ramsey, ni qué bruja lo hechizó. Pero todo empezó el 1° de mayo del 2011. El jugador de los "Gunners" se anotó en el resultado contra el Manchester United. Al otro día, bomba: Barack Obama anunció la captura y posterior asesinato de Osama Bin Laden. Uno menos.
La segunda desaparición fue más triste. Demostró que su maldición no iba contra los malos, contra los tipos que conspiran a favor del mal. Y, cuatro días después de su gol contra el Tottenham, Steve Jobs, CEO de Apple, dejó el mundo. Ahí empezaron las primeras especulaciones...
La hipótesis no tardó en confirmarse: 17 días más tarde, gritó contra Marsella, en Champions League y los rebeldes libios capturaron a Gaddafi y lo ejectuaron. Bang: otro afuera y preocupaciones enormes.
La muerte de Whitney Houston fue la más veloz en distancia entre gol y muerte: se separaron por pocas horas. Y la cantante no podría "seguir amando por siempre".
Sus energías llegaron a Argentina cuando el 16 de mayo le convirtió al Wigan, en un partido de la Premier. Al día siguiente, en la cárcel de Marcos Paz, apareció sin vida Jorge Rafael Videla. Y demostró que las distancias, por más largas que sean, no influyen: le toca al que le tenga que tocar.
Paul Walker dejó de ser un "Rápido y furioso" el 30 de noviembre del 2013. Un día antes, Ramsey hizo... ¡dos goles! Contra el Cardiff. No: hacer dos goles no anula el hechizo. Walker, actor estadounidense, chocó con su auto. Sí: el rápido y furioso murió arriba de un vehículo.
Robin Williams murió un día después del gol de Ramsey en la victoria por 3-0 ante el Manchester City, por la Community Shield. Se cree que se suicidó.
Por ahora, los demás famosos, descansan: nunca fallecieron dos seguidos después de un festejo del "jugador hechizado". Pero es joven: tiene 23 años y varios partidos por delante.
Y nadie se podrá relajar.