Está cerca del ruido de San Bernardo, pero todavía goza de la tranquilidad necesaria para descansar. Lucila del Mar es una localidad balnearia y turística del Partido de La Costa, en la Provincia de Buenos Aires.
Si el balneario no tuviera nada más que su fantástica extensión de playas sobre el mar atlántico, igualmente se lo elegiría para unas vacaciones anheladas. Se ganó la confianza de sus visitantes por su entorno y el crecimiento armonioso logrado.
La Lucila del Mar es una villa de veraneo con espíritu joven. Se la puede elegir para el descanso en familia o para subirse a la movida que cada temporada imponga. Está a 358 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y se accede por la ruta provincial 11 Interbalnearia. Las primeras residencias se ubicaron a mediados del siglo XX y luego de la forestación con pinos, eucaliptos y álamos, la villa veraniega fue tomando fuerza.
Por entonces el lugar prometía constituirse en un nuevo centro de población de verdadera jerarquía. Lentamente, y sin llegar a crecer como otros balnearios, el centro se fue formando hasta convertirse en la villa muy apacible.
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El bosque es la vedete: cuenta con el pintoresco detalle de sus añejas arboledas, casas y chalet de techos bajos a medianos. Posee una frondosa vegetación de álamos, eucaliptos, pinos, aromos y fresnos. Inclusive, a la salida de la playa, entre los médanos y la avenida Costanera, posee una arboleda que los veraneantes disfrutan. Es normal, sobre todo hasta el mediodía, ver a gente que se instala con sus reposeras a leer un libro o el diario, a escuchar la radio o bien a charlar bajo la sombra que ofrecen esos benditos árboles.
Las playas cuentan con sectores específicos de baño, de práctica de deportes playeros y de descenso de lanchas. La arena fina llama a extenderse al sol el mayor tiempo que sea posible y a alejarse de las zonas más pobladas mediante caminatas por la orilla mojándose los pies.
Existe gran cantidad de paradores dotados de buenos servicios, instalaciones y gastronomía durante todo el día.
Quienes se dedican a la pesca de mar tienen varias opciones: probar suerte con la caña desde la costa (bien temprano o cuando el sol empieza a decir "adiós"), apostarse en el muelle que ingresa en la rompiente unos cuantos metros y también embarcarse en una lancha junto a guías de la zona.