Luego de Sacco y Vanzetti protagoniza una obra sobre las relaciones de poder en una pareja. Dice que le pareció interesante pensar en la utopía de la paridad en la pareja y explica su ausencia en TV.

Walter Quiroz sigue apostando al teatro como el modo de expresión más acorde a su presente actoral. Terminó de hacer "Sacco y Vanzetti" para asumir otro rol que instiga a la reflexión sobre los aspectos más oscuros del ser humano. Se trata de "Camaradería", versión libre de "Los Camaradas" de Strindberg, que protagoniza junto a Yanina Gruden, Juan Pablo Sierra y Tamara Garzón Zanca, con dramaturgia y dirección de Analía Fedra García, en el Portón de Sánchez todos los sábados a las 23.

La obra habla de los juegos de poder en el interior de una pareja y plantea cuestiones como la dominación del uno sobre el otro, la posibilidad o no de la paridad en el amor, y la distancia que a veces existe entre la persona que uno quiere o cree ser y quien se es en realidad. Alejado de la televisión desde hace ya varios años, Quiroz interpreta a Axel, un pintor que ve con pena a las mujeres que buscan a un hombre que las mantenga. Y conoce a Bertha, una mujer que aprendió manualidades para no convertirse en esas jóvenes que son sirvientas de sus esposos. Durante un tiempo, constituyen la pareja ideal. Hasta que ella empieza a ocupar un lugar de poder y se desata un conflicto muy profundo.

"Me interesa mucho el tema del poder en la pareja y la violencia entre el hombre y la mujer. En un país donde se quema a la gente, donde hombres y mujeres se matan y donde hay tanta violencia, me pareció interesante, aunque la igualdad sea utópica, reflexionar sobre esa utopía para no estar quemándonos los unos a los otros", dice el actor.

l ¿Creés que es una utopía la igualdad de género?

-Creo que en toda pareja siempre hay algo de utopía, pero apuesto aunque sea a la reflexión, porque siempre es un tema de poder. Lo interesante es acordarse del respeto hacia el otro y hacia uno mismo.

l ¿Cómo se va modificando tu personaje?

-Mi personaje realmente quiere tener una camarada para toda la vida. Pero a medida que va sucediendo la obra, ella va tomando situa- ciones de poder y ahí se va dando cuenta de que él no era quien pensaba ser. Se da cuenta de que él es otro y no le gusta esa persona en la que se convierte. Entonces, los personajes se van encontrando en un lugar que es muy distinto a aquello que soñaron. Ahí se desata una guerra pasional.

l ¿Cuál es tu desafío como actor al asumir este personaje?

-En general, cuando subo al teatro, apuesto a esa reflexión, a la no violencia, a la reflexión del acuerdo entre las partes. Y acá, en este mundo de Strindberg, en este mundo de matar o morir, se presenta muy claramente el conflicto. Me interesó porque me parece que vale la pena apostar a otra cosa.

l ¿Cómo hacés, en lo personal, para resolver ese tipo de conflictos de poder en la pareja?

-Lo importante es la reflexión, estar atentos, pensar en el bien de la pareja, que estar con una persona que crece, me hace crecer a mí. En un momento de obra también se habla de la violencia física y de la violencia psicológica, él le dice: 'Mirá que yo soy hasta físicamente superior'. Y ella le dice: 'No vuelvas a decir que vos pintaste un cuadro mío porque te pego'. Y él: 'Vos que despreciás la fuerza bruta, sos la primera en invocarla. A ver, vení, pegame'. Cada uno tiene su cuota de infierno. Lo interesante es poder detectar dónde para poder aquietar esos demonios. Hay que hacerse cargo y hablar de eso para exorcizar.

l Lo último que hiciste en televisión fue "Los exitosos Pells". ¿Por qué te alejaste de la tele?

-Para dedicarme al teatro. Hice mucho teatro clásico, también hice comedia musical, hice a Balzac en el San Martín ("El especulador"), hice a Ibsen ("Espectros"), hice "El otro Judas". Estoy muy dedicado al teatro y muy contento.

l ¿Qué es lo que más te gusta del teatro?

-Que no tengo que estar vendiendo un jabón en polvo. El teatro es otra cosa, todos los días es una oportunidad y permite reflexionar sobre los grandes temas del ser humano.

l ¿Hacer televisión es para vender jabón en polvo?

-Un poco sí. Cuando hacés televisión, estás diciendo tres palabras para vender el jabón en polvo.

l Hiciste mucha televisión en un momento, pero decidiste tomar distancia del éxito para dedicarse a lo que querías. ¿Fue un camino difícil?

-Nada es tan fácil. Y por otro lado, creo que todos ya tenemos un destino marcado y todo ya fue hecho. Creo que lo de cada uno es lo de uno y ya está viniendo. No estoy desesperado por hacer tal o cual cosa. Creo que lo mío ya me está esperando, que mis personajes me están buscando. Y cuando llegan, sé reconocerlos.

l ¿Qué pasa con quienes no encuentran su vocación, por ejemplo?

-Creo que cada uno tiene su destino, que ese no encontrar es también un camino. No hay que desesperarse. Hay que huirle a la desesperación y estar atentos. Ser intuitivos. Bajar de la cabeza e ir al corazón. Si uno sigue esa corazonada, todo va a estar en su lugar.

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