Vamos en riguroso orden, dejando por sentado que el máximo responsable del arbitraje argentino,
Miguel Scime, se expresó publicamente -para algunos, en un tono inusitadamente duro para con el árbitro- sobre ambos temas, en los que vio error en Vigliano tanto en jugar el partido como en
expulsar a Fernando Gago, amén del penal sancionado equivocadamente por
mala visualización del juez acerca de la maniobra del jugador de Boca.
Acerca de las condiciones del terreno de juego, cabe citar que dentro de sus facultades incluidas en la
Regla V y en el apéndice alusivo en el Reglamento General de la AFA, el árbitro tiene derecho de suspender o no iniciar un partido si las condiciones ambientales (interferencia externa) hacen imposible su actuación.
La lluvia en si no es factor de suspensión de un partido, pero sí los efectos que el clima ejerza sobre la superficie del terreno. Resumiendo el criterio y el espíritu de este ítem reglamentario, un partido se suspenderá o no se jugará si por efecto de la acumulación de agua de lluvia no se advierten las líneas perimetrales y fundamentales del campo, como las áreas y los puntos-penal.
El terreno de River había acumulado mucha agua debajo del nivel del césped, las líneas y la superficie eran perfectamente visibles y por lo tanto, Vigliano, desde lo estrictamente reglamentario,
no tenía ningún argumento para no iniciar el cotejo. El punto de vista de Scime, emparentado con lo dirigencial, apuntó a las condiciones anormales en las que iba a desarrolarse el juego en función de la importancia y trascendencia de un River-Boca.
Pero -quedó demostrado- pudo jugarse. De otro modo. Desafiando entorpecimientos del choque agua-balón. Desafiando acciones físicas al límite. Pero pudo jugarse.
No está escrito como obligación en ninguna de las 17 reglas, que al fútbol deba jugarse a ras de piso. Puede jugarse de otro modo siendo el objetivo introducir el balón en la meta adversaria. Los jugadores de River y de Boca, más allá de las molestias, desmostraron que se pudo jugar y Vigliano así lo entendió, más allá de lo odioso del caso, más allá de las expectativas por ver un duelo de alto nivel en condiciones normales.
Y segundo, tema expulsión de Gago por último recurso. Extrañamente, Scime -en este caso, nos toca coincidir con otro referente arbitral como el ex internacional mundialista
Angel Sánchez- hizo foco en la ubicación de Orión detrás de Gago, en una postura practicamente a nivel "tribuna". En el "fuera de micrófono", el mismísimo Scime admitiría luego que es opinable el tema en cuanto a la jugada puntual, algo que lo redime.
Gago, arrojándose como un arquero, probó con su movimiento su "acción de último recurso" para evitar el gol o la chance manifiesta de convertirse un gol. Gago, como cualquier jugador, sabe o intuye que detrás está o puede estar su arquero, a quien no viene al caso considerar para medir la infracción, que Vigliano vio "mano" aun sin ser tal.
Hablamos de uno de los causales de expulsión expuestos en la
Regla XII. Siempre, o casi siempre, entre el delantero que encara directamente hacia la valla adversaria y es infraccionado sin que se midan metros de distancia pero si que se considere la oportunidad manifiesta de convertirse un gol, y el arco, está el arquero.
Por eso suena incongruente hablar de que Gago no incurrió en un último recurso por tener detrás a Orion. No sabemos si Orion detenía el balón o era gol. Si sabemos que el remate de Pisculichi iba franco a la meta boquense y Gago tapó el disparo a lo arquero, en acción de último recurso.
El error del juez fue ver mano que no existió. Pero validándola, expulsó bien al volante.
Temas reglamentarios adaptados al fútbol práctico, en esta sección donde la letra fría se convierte en ejemplos testigo.