El titular de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere, se mostró exultante en el palco oficial y lanzó un discurso ácido, cargado de contenido político y enfocado en un destinatario inequívoco: el kirchnerismo.

Si efectivamente existiera un partido político "agropecuario", el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel Etchevehere, sería uno de sus referentes más conspicuos.

Líder de masas en escala reducida, Etchevehere abrió las puertas de su pago chico para recibir con bombos y platillos a un jefe de Estado por primera vez en 14 años y dejar así inaugurada la 130ma edición de la Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria en el predio del barrio porteño de Palermo.

Junto al presidente Mauricio Macri, quien no escatimó en guiños al campo desde que asumió en la Casa Rosada a fines de 2015, más allá de las complicaciones por las que transita actualmente la industria lechera, Etchevehere se mostró exultante en el palco oficial y lanzó un discurso ácido, cargado de contenido político y enfocado en un destinatario inequívoco: el kirchnerismo.

Envalentonado por los aplausos, el jefe de la SRA fue entrando en calor en una grisácea y destemplada mañana capitalina y terminó a toda orquesta, en sintonía con la fiesta montada para recibir a Macri allí donde los Kirchner, primero Néstor y luego Cristina, se habían resistido a mostrarse en persona.

Expresiones como populismo, indignidad, prepotencia, corrupción y autoritarismo se constituyeron en ejes de su discurso, vitoreado por el público especialmente cuando Etchevehere enfatizó que "el saqueo de la República no debe quedar impune" y reclamó cárcel para los funcionarios del Gobierno anterior que se hayan desempeñado al margen de la ley.

"En los años previos a la elección de diciembre de 2015 no hubo provecho para nada, más que para el delito (...) de la pobreza se hizo un recurso político.

Ahora, cuando las cosas han cambiado, quienes han violado la ley tienen que ir presos. No pedimos venganza sino justicia", subrayó el líder ruralista, antes de cederle la palabra a Macri.

¿"Casos aislados"?

Etchevehere se pronunció en estos términos en el epílogo de una semana en la que referentes del kirchnerismo residual intensificaron los esfuerzos para maquillar como "casos aislados" los eventuales delitos de corrupción cometidos por dirigentes del gobierno anterior.

Si bien los recientes acontecimientos llevaron a cuadros de la talla de Héctor Recalde, presidente del bloque de diputados del Frente para la Victoria (FpV), a reconocer que la administración kirchnerista cobijó a funcionarios "corruptos" en su regazo, en general, la premisa de quienes anhelan el regreso de Cristina Fernández al Poder es insistir en medios de prensa que se trató únicamente de episodios excepcionales.

Claro que el hallazgo de casi 5 millones de dólares (4.664.000 en total) en cajas de seguridad a nombre de Florencia Kirchner, una persona de la que no se sabe con certeza de qué ha trabajado en los últimos años, más allá de cumplir su rol de hija de un matrimonio de empresarios de la política, ha provocado cierta intranquilidad en dirigentes afines al Gobierno anterior, que varios días después siguen comentando lo sucedido.

Si bien Florencia brindó las explicaciones del caso -habló incluso de la sucesión de su padre fallecido y de la cesión de gananciales que efectuara su madre- y será en definitiva la Justicia la que determinará el origen, legal o no, de ese dinero, el desafío de mantener en alto la pancarta de los "casos aislados" parece tornarse cada día que pasa más cuesta arriba.

De todos modos, recursos seguramente no le faltarán a la familia Kirchner, que supo amasar una fortuna durante sus casi tres décadas consecutivas en la función pública, para motorizar el operativo retorno de Cristina a cargos ejecutivos o legislativos, mientras el FpV -o lo que queda de él- contraataca golpeando en donde más le duele al Gobierno: inflación, desempleo, recesión y tarifazo, un póquer de argumentos válidos para cuestionar y confrontar.

Venezuela, carta bajo la manga

Con el resto de la oposición adoptando una postura de crítica constructiva, el kirchnerismo sabe que éste es un momento clave para esmerilar al Gobierno de Cambiemos, promover el desencanto en medio de un contexto económico complejo para las clases media y media baja, y allanar al mismo tiempo el camino en busca de una eventual resurrección en los comicios legislativos del año que viene, probablemente con Cristina como abanderada.

El FpV es plenamente consciente de que si Macri logra domesticar el aumento del costo de vida, encarrillar la problemática de las tarifas de los servicios públicos y seducir inversiones que logren reactivar la economía en un plazo relativamente razonable, el operativo clamor para un eventual regreso de Fernández de Kirchner al ruedo político correrá serio riesgo de quedarse sin aliento.

Los ensayos previos, de todas maneras, por más esporádicos que resulten, mantienen entusiasmado al mundillo kirchnerista: este jueves pasado, por ejemplo, Cristina encabezó un homenaje a Hugo Chávez en el Instituto Patria, donde volvió a desempeñarse en su rol predilecto de "un poco la madre del país, la madre de todos los argentinos" y dijo que extrañaba tanto a su fallecido marido Néstor como al ex presidente venezolano.

Una vez más, la ex mandataria dedicó loas a Chávez y a su legado en Venezuela así como en la región, apenas días después de que Macri recibiera en la Casa de Gobierno a una autoridad de la ONG internacional Human Rights Watch que presentó un informe en el que se denunciaban graves y reiteradas violaciones a los Derechos Humanos en ese país caribeño.

El chileno José Vivanco, director de la División de las Américas de la prestigiosa organización, aseguró haber constatado la detención, con torturas y confesiones forzadas, y el procesamiento arbitrario de 21 dirigentes opositores al régimen del mandatario Nicolás Maduro apenas desde mayo pasado hasta la fecha en Venezuela.

Así, la situación en el país caribeño volvió a generar controversias entre macristas y kirchneristas, y mientras Cristina vanagloriaba a Chávez al ritmo de los redoblantes de la militancia K en el Instituto Patria, el ex alcalde porteño jugó sobre la mesa la carta de los DD.HH. que traía bajo la manga Vivanco.

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