Comparsas como La Perla de La Boca, Los Nenes de Suárez y Caboto y La Juventud Oriente son recordadas por su estilo y características. El primero de los corsos en el barrio se hizo en 1884.

La República de la Boca no solo es conocida por sus arrabales, por sus calles pintadas, por los conventillos y por la mítica Bombonera. El barrio también está en el recuerdo de todos porque en la época de esplendor del carnaval porteño supo tener los mejores carnavales de la ciudad.

Según los registros de aquellos años, en la Boca se empezaron a construir las primeras comparsas con mucha elegancia y glamour y que se movían al ritmo de música con acordeones, bandoneones y el particular sonido de los “martillos” y las “zambombas”.

La gran corriente inmigratoria de la Boca tuvo como punto de referencia a la colectividad italiana y en los carnavales esa impronta siempre quedó demostrada.

Comparsas como La Perla de La Boca, Los Nenes de Suárez y Caboto, La Juventud Oriente, El Rosedal, Juventud Café Iacarino, El Trapito, la Juventud Marina, Los Linyeras o La Verdurita fueron los grandes atractivos del Corso de la calle Olavarría, que tenía a su escenario enclavado en la esquina de Palos, donde se juntaban miles de personas que iban disfrazados a disfrutar al ritmo de la música y terminaban armando un festejo alegre, colorido a puro papel picado y serpentinas, dos ingredientes distintivos de aquellos años, los que con el tiempo fueron desplazados por la conocida “nieve loca”.

Cada comparsa de las que armaban el carnaval tenía su rasgo característico. Los Nenes de Suárez y Caboto tenían en su formación a las que fueron las primeras “vedettes” del carnaval pero con una característica: eran hombres perfectamente disfrazados de mujer.

La Agrupación La Verdurita, respetando su nombre, tenía la particularidad de llevar perejil en su camión y tirarlo por las calles del barrio.

En los registros que aun se conservan en algunas publicaciones de la Boca, queda marcada la canción que a ellos los distinguía: “Y esto que es verdurita, es para las chicas bonitas...”.

Mucho más profesionales y organizados, eran los de La Juventud Marina quienes desfilaban con un baile perfectamente sincronizado y con su banda de música profesional luciendo uniformes perfectos.

El escritor Pedro Orgambide, quien fue declarado en 2001, dos años de su muerte, Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, era uno de los conocedores del Carnaval y en una de sus tradicionales columnas que escribía en un matutino, hizo referencia de lo que significaban aquellas manifestaciones populares en el barrio: “La fiesta del teatro sólo se pudo comparar en otra época con la del Carnaval de la Boca”.

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