Jimena Monteverde está a cargo del ciclo de cocina "Expertas TV" que se emite por Canal 9, los sábados a 11.30 y los domingos a las 9 30; forma parte del programa "Como todo" (Net tv) y es la responsable de los platos que se sirven los sábados en "La noche de Mirtha" y los domingos en "Almorzando con Mirtha Legrand". Es una profesional reconocida y popular. Hoy analiza el mundo gobernado por cocineros, chefs y gourmets, del que ella misma es una protagonista importante.
¿Qué despertó su interés por la cocina?
-La necesidad. Yo era la mayor de cinco hermanos y había que ayudar. Como típica familia italiana, todo giraba en torno a la cocina. En casa se preparaba la pasta casera y la salsa. Mis abuelas y mi mamá eran muy cocineras. Yo heredé de ellas las ganas de cocinar para todo el mundo.
¿Cuándo advirtió que su camino era por ahí?
-Desde siempre. Nunca pensé en hacer otra cosa. Nosotros vivíamos en el campo, teníamos frutales, huerta y gallinas. Ya, siendo muy chiquitita hacía que cocinaba en la tele y mis hermanos eran mis espectadores.
¿Qué programas de cocina veía?
-"Buenas tardes, Mucho gusto" con Ana María. También miraba a Choly Berreteaga y a Chichita de Erquiaga. Era fanática. Guardaba todas las recetas que salían en el diario. Aún tengo aquellos recortes.
¿Cuándo supo que tenía mano para la cocina?
-En el colegio secundario, porque era la que hacía las tortas para los cumpleaños. Después empecé a vender tortas y así seguí.
¿Qué sabores y aromas la remiten a su infancia?
-Una salsa de tomates que hago, que es muy parecida a la que hacía mi nona materna y un budín de banana que me sale igual al que hacía mi abuela paterna.
El de la cocina, ¿es un oficio duro?
-Sin duda, porque pasás muchas horas cocinando, parada, al lado del fuego, con calor y porque, más allá de eso, hay mucha competencia.
¿Cocinar es un arte?
-Sin duda, porque se necesita ingenio, creatividad, paciencia y mucho trabajo. Además, es un hecho sociocultural, porque a través de la cocina se transmite la herencia de generación en generación.
¿Se perdió esa complicidad que se transmitía de plato en plato?
-Sí. Antes, cuando tu abuela cocinaba, te quedabas mirándola. Hoy, los chicos están distraídos con los jueguitos y la play. Ojalá, que los más jóvenes se revinculen con el mundo de la cocina.
¿Cómo es la trastienda de un restaurante?
-Cuando estás en el fragor de la lucha, porque el salón está lleno, todo el mundo está como enloquecido, intentando que todo salga bien. Por ahí, en esos momentos, salen las peores cosas. Igual todo depende de quien esté al mando. Si el jefe de cocina tiene buena onda, todos tiran del mismo carro, pero si es un mal conductor nada resulta sencillo.
El ambiente culinario, ¿es solidario o egoísta?
-Hay de todo, como en la viña del Señor. Lo ideal es laburar en equipo, porque si el equipo está aceitado, las cosas salen bien.
¿Cómo estamos comiendo los argentinos?
-Depende del bolsillo de cada uno. Aquí tenemos productos espectaculares de todo tipo y de todas las regiones. Por otro lado, sabemos estirar el mango para llegar a fin de mes comiendo lo mejor posible.
¿Qué medidas se pueden instrumentar para comer mejor?
-En Europa, como atravesaron una guerra, están habituados a plantar en cada rinconcito algo para comer. Nosotros no tenemos esa cultura. Tampoco aprovechamos los productos de estación, que se pueden adquirir a bajo precio y amortizarlos haciendo distintas preparaciones, que podemos guardar en el freezer. Deberíamos aprovechar las ofertas, porque nos permiten exprimir al máximo el sueldo, ya que cada vez hay que hacer más magia para que nos rinda la plata hasta fin de mes. Todo está carísimo y resulta muy difícil para una familia pensar qué hacer de comer.
Ser cocinero, ¿es una rápida salida laboral para la gente joven?
-Hoy hay un boom de la cocina. Muchos de los que tienen un ahorro, optan por ponerse un restorancito pero, a los tres meses, se funden porque no es fácil llevarlo adelante. No todos pueden ser buenos cocineros, no todos saben manipular alimentos frescos diariamente y muy pocos saben hacer bien los números. La gastronomía no es para cualquiera.
Por último, ¿qué debería contar una película sobre su vida?
-La historia de una mujer trabajadora y divertida que siempre la luchó.