Durante los últimos meses, especialistas argentinos de diversas disciplinas han estado definiendo a la Argentina como un país "inviable". Una palabra que probablemente siempre estuvo en el subconsciente de muchos, aunque la gran mayoría se resistía a pronunciar. Ahora que la han expresado economistas, periodistas y analistas políticos, y que el contexto político-económico-social evidencia nuevamente una situación compleja, la sociedad puede visualizar el problema.
Una y otra vez se evalúan variables, indicadores, complicaciones endémicas y un amplio espectro de potenciales soluciones, para encontrar respuesta a los problemas que el país no puede resolver, y el resultado del análisis siempre es el mismo. Un diagnóstico que vengo explicando recurrentemente: la Argentina es matemáticamente inviable.
Sin embargo, con el conocimiento adecuado y un análisis preciso del contexto en el cual las organizaciones y emprendedores radicados en la Argentina deben operar, el progreso de las empresas, profesionales y trabajadores, es viable y alcanzable. Pero para lograrlo, es preciso realizar un diagnóstico de lo que nos pasa.
La inviabilidad que caracteriza a la Argentina no es un problema que haya surgido en los últimos años, ni una circunstancia propia de un gobierno de turno. Es una constante macroeconómica histórica que se viene repitiendo desde hace varias décadas, alternando años de amenazas, confusiones, crisis y oportunidades. Cíclicamente, cada diez años, volvemos al punto de partida, luego de atravesar una nueva crisis.
Esta situación de inviabilidad matemática del país es parte de un proceso histórico, que le hubiese tocado atravesar y resolver a cualquiera que hubiese ganado las elecciones presidenciales del 2015. Justamente los años terminados en 5 son los años en los que hay que tomar la oportunidad de hacer correcciones y cambios sustanciales, para alterar la lógica cíclica de nuestra economía. Si no se aprovechan, en general, solo queda prepararse para la próxima crisis, y luego de ella, avanzar hacia una nueva etapa de oportunidad.
Mientras tanto, las empresas y emprendedores deben aprender a progresar en terrenos resbaladizos.
Veamos primero algunos datos que pueden darnos mayor claridad en relación a la situación macroeconómica a la que nos enfrentamos:
El panorama es claramente desolador. Pero al menos, ahora tenemos un panorama sustentado en datos, que nos permiten conocer cuál es el contexto para poder desarrollar a partir de allí estrategias de negocio para progresar.
No obstante, y como señalo en mi último libro "Claves para progresar en la vida", antes de comenzar a desarrollar un plan de acción vale tener en cuenta que a veces uno lucha insistentemente contra la naturaleza (en este caso sería el contexto económico repetitivo de Argentina) y al no poder cambiarla, se frustra y se deprime.
Por eso es importante aprender a aceptarnos como somos antes de comenzar a pensar en cómo podemos progresar, apoyándonos en nuestras fortalezas.
Ninguna persona o empresa puede crecer sin antes reconocer su esencia. Mientras continúe la lógica cíclica en nuestro país, la premisa sería, cual GPS, recalcular constantemente el nuevo rumbo que tenemos que seguir para llegar a destino: recalcular y redireccionar, adaptándonos a cada instancia de esta dinámica repetitiva.
Una vez que hayamos comprendido el ecosistema económico desde el cual estamos operando, es importante cumplimentar 5 pasos esenciales, para poder alcanzar el progreso:
1° Reformular una estrategia adecuada al contexto macroeconómico en el cual deberá operar una empresa o emprendedor, en función de la economía regional en la cual fabrica sus productos o desde la que ofrece sus servicios, comparada con la región que va a comprar esos productos/servicios.
2° Evaluar si la inversión productiva que se está analizando realizar dará los resultados deseados, en función del comportamiento del mercado, tanto local como internacional. En la Argentina las altas tasas de interés alientan la inversión especulativa, con amplios márgenes de ganancia y riesgo reducido, desalentando la inversión orientada a la producción. Si bien esta realidad impacta directamente sobre la dinámica productiva de las empresas que fabrican bienes u ofrecen servicios desde el país, es importante pensar también en la otra variable de la ecuación: el mercado en el que se venden esos productos o servicios. La clave reside, entonces, en no pensar solo en el país como mercado, sino internacionalizarse con una estrategia de negocio global.
3° Tener claro si los recursos humanos de la compañía van a acompañar el proceso. Las empresas son organismos vivos integrados por personas. Un proceso de inversión productiva tiene que estar acompañado por equipos corporativos completamente alineados y convencidos con la estrategia a implementar. La motivación de la fuerza laboral será un factor esencial en el logro de los objetivos.
4° Asegurarse que el conocimiento disponible en la empresa se adecúe al negocio. Aquí, los procesos de capacitación cumplen un rol central, al brindar a todos los colaboradores de una organización las habilidades y competencias necesarias para cumplir con sus funciones actuales y estar preparados para los desafíos futuros. Por otra parte, vale destacar que el sistema educativo está generando profesionales sumamente especializados, que muchas veces tienen un mayor nivel de preparación académica que los propios dueños de las empresas, e incluso hasta pueden saber más que ellos, lo cual puede atentar contra su incorporación o evolución en la compañía, y estimular el emprededurismo.
5° Realizar una reingeniería patrimonial e impositiva, en función del marco legal vigente. Analizar la cascada fiscal de cada empresa, facilitará que se trabaje sobre los verdaderos impuestos que regulan la actividad económica de tu organización productiva. Así se podrá establecer un esquema de resguardo patrimonial para los bienes y activos corporativos y calcular exactamente la “inflación compañía”, ya que en varios casos en los que he intervenido como consultor, veo organizaciones cuyo índice de inflación está por debajo o por sobre el índice de precios al consumidor.
Teniendo en cuenta estos 5 pasos esenciales, hay dos claves centrales para progresar como país:
1) Pensar en global y ser global, para poder actuar como local en cualquier mercado del mundo. Y para ser global, es importante aplicar la técnica del ‘Target Price’, como recurso de suma utilidad a la hora de comprobar si una empresa tiene chances de vender en el exterior, que consiste en consultar con quien está negociando el precio testigo al que debe arribar una oferta. Conocer ese valor es como conocer la raíz de la especie.
Por ejemplo, se toma el precio FOB de las pastillas de freno en el país que presenta el precio más competitivo y se lo compara con el precio FOB del mismo producto fabricado en Argentina. Si el comprador está en Chile y el precio FOB más bajo está en el sudeste asiático, se le muestra los costos adicionales que presente el producto por el transporte marítimo, la complejidad de la operación para traerlo de un mercado lejano y los tiempos de abastecimiento. Si al final del cálculo, el valor del producto es levemente inferior o igual al precio FOB de la pastilla de frenos argentina, la empresa estará en condiciones de abastecer al comprador chileno, por la capacidad de hacerlo en un corto período de tiempo y de una manera simple, con la posibilidad de considerar al fabricante argentino como stock. Lo interesante es que este mecanismo de análisis sirve para costear y fijar el precio en el mercado nacional.
2) Cambio conductual. Lo que debe transformarse en la Argentina, para que la nación y sus habitantes progresen, prosperen y mejoren su calidad de vida, son las conductas. Pero primero debemos reconocerlas y aceptarlas, para luego descubrir cuáles son las que nos convienen como sociedad y nos permiten ser mejores, y cuáles son aquellas que nos sumen una y otra vez en la citada espiral involutiva. Posteriormente, tendremos que poner en marcha las conductas virtuosas que nos permitan cambiar realmente, y abandonar procesos de crisis y confusión recurrentes.
Entre otras modificaciones conductuales tenemos que dejar de pensarnos en términos de víctimas que esperan ser castigadas por una nueva crisis, y sacarnos de la mochila la profecía auto-cumplida (en forma cíclica) del tango ‘Cambalache’.
En vez de prepararnos para afrontar el próximo hecho económico amenazante, deberíamos encontrar el foco del problema y solucionarlo, con el objetivo de empezar a trabajar para crecer y progresar, en lugar de trabajar para poder atravesar airosos la próxima crisis.
Y en lugar de lo que expresaba y expresa Cambalache: “El que no llora, no mama,
Y el que no afana es un gil”, por citar uno de sus fragmentos, que más trágicamente ha caracterizado a nuestra sociedad en los últimos 70 años; proponernos a vivir bajo el imperio de la ética, de la moral y de la ley. Una decisión que debe partir de cada persona, para que luego pueda verse plasmada en el país.
La gran pregunta es si seremos capaces de asumir este desafío, para poder comenzar a progresar en forma sostenida y sustentable en el tiempo.
Por Walter Brizuela, consultor en negocios y empresas familiares, y autor del libro ‘Claves para progresar en la vida’ (www.walterbrizuela.com)