La actriz explica qué la moviliza hoy en la profesión. El “estado de felicidad” al que acerca el escenario y la oportunidad de reflexión que propicia. Además, la reducción de puestos de trabajo, el necesario aporte estatal y la invasión de latas

En esta ocasión, Alejandra Darín no se limita a hablar sólo de su profesión, sino que aborda temas como la violencia de género, la corrupción, el país y la felicidad, entre otros temas.

l ¿Qué la impulsa a actuar?

-A estas alturas, me moviliza seguir aproximándome a la verdad y disfrutar la posibilidad de estar sobre un escenario, porque eso me acerca a un estado de felicidad.

l ¿Cómo hizo para transformar su vocación en su profesión?

-Nunca lo pensé. Se dio en forma natural. Siempre me gustó actuar. Primero por curiosidad, luego por el placer de jugar sobre un escenario y hoy por la posibilidad de contar una historia que pueda conmover al espectador.

l La actuación, ¿posibilita al espectador vivir situaciones que quizá nunca va a atravesar?

-Desde luego, también lo hace reflexionar sobre algunos temas que no vivió y quizá nunca vivirá. Pienso que eso es lo más interesante del teatro.

l ¿Por qué?

-Porque creo que las personas modificamos y profundizamos nuestra conciencia cuando vivimos las cosas en carne propia, pero el teatro otorga la posibilidad de lograr eso sin tener que vivirlo. Hace que podamos reflexionar y vivenciar alguna situación crítica o traumática ajena, lo cual es muy valioso.

l ¿Cómo resulta la experiencia de ser actriz en nuestro país?

-Yo sé cómo es ser actriz y cómo es ser ciudadana argentina. Si junto ambas cosas, puedo decir que es muy difícil. Estamos viviendo una época en donde, por diferentes motivos, se acotan los puestos de trabajo, lo cual es muy duro. Creo que como sociedad no supimos avanzar en las cosas buenas que logramos. De hecho, hay pocos puestos de trabajo y las condiciones laborales no son las mejores. Es como que siempre damos dos pasos para adelante y uno para atrás.

l ¿Cuáles son los obstáculos usuales con los que tropieza alguien que quiere vivir de la actuación aquí?

-El trabajo del actor tiene mucho que ver con la posibilidad de que lo vean, porque eso lo ayuda a seguir creciendo. Aun los actores más consagrados necesitan visibilidad. Es muy común que si la gente no te ve en la tele, piense que no estás haciendo nada. Insisto, creo que el mayor problema es tener muy acotados los puestos de trabajo. En ese sentido, creo que el Estado debe participar en la difusión y debe tratar de generar trabajo. Hoy estamos viendo muchas latas extranjeras en la televisión, por ejemplo.

l El argumento es la cuestión económica.

-Yo diría de avaricia. Desde lo empresarial, no se piensa mucho en la cultura del país, se pone el acento sobre las ganancias. Por eso estamos invadidos de telenovelas extranjeras.

l ¿Usted cree que debe existir una regulación al respecto?

-Sí. Debería existir algo que defienda nuestra fuente laboral.

l ¿Qué le sucede cuando ve a colegas que por necesidad aceptan papeles en televisión que los deslucen en su labor?

-Todos los que vivimos de nuestro trabajo, a veces, hacemos cosas por necesidad. Yo no juzgo a nadie. Cada uno tendrá sus razones. No soy quién para decir que alguien está deslucido.

l En lo profesional, ¿con qué se vinculan las determinaciones que más le cuesta tomar?

-Para decir que sí, es esencial la historia y el grupo de gente con el que voy a trabajar. Yo vengo de hacer durante cuatro años la obra Tierra del Fuego, en forma de cooperativa y en lo económico no fue redituable, pero si no hubiese sido por el gran compromiso que teníamos y por el vínculo que logramos, no hubiéramos llegado a trabajar esa cantidad de años.

l ¿Por qué experiencias debería pasar una actriz?

-Por trabajar en un grupo y sentir que es querida por sus compañeros y que los quiere y por encarnar un personaje que dice lo que ella diría si fuese ese personaje.

l Por último, ¿cuándo empezó a elegir sus trabajos?

-Yo arranqué en esta profesión siendo muy chica. Durante dos décadas hice casi todos mis trabajos en televisión, muy pocas cosas en cine y algunas obras de teatro. Recién alrededor de los 40 años sentía que el espacio más fiel para actuar tenía que ver con el teatro. No se trataba de una cuestión de subestimación a los otros medios, sino porque en esa época tuve un par de experiencias que me hicieron sentir que era lo mismo estar trabajando en una tira que hacer cualquier otro trabajo. Ya no encontraba el mismo color, el mismo gusto ni la misma verdad. En el año 2000 hice Por ese Palpitar, donde me sentí muy a gusto y en el 2003 me divertí mucho haciendo Rincón de Luz, que era algo distinto, pero yo ya había comenzado a sentir que había algo que me provocaba incomodidad haciendo televisión y que lo mío era el teatro. Ese sentimiento me llevó a profundizar por ese lado y comprender era el medio más adecuado para expresar mis trabajos y aquí estamos.

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