El director argentino Juan José Campanella afirmó que la realización de "Metegol", que en el domingo ganó el premio Goya a la mejor cinta animada, fue tan ardua que la sensación era "como remar en dulce de leche".
Campanella dijo a medios periodísticos que no se esperaba el reconocimiento del cine español, del que se enteró el domingo por la noche durante una función de la obra "Parque Lezama", que adaptó y dirige en un teatro en Buenos Aires.
"Fue remar en dulce de leche, porque la parte tecnológica íbamos como abriendo camino a machetazos. Nos íbamos enterando de las limitaciones mientras las íbamos superando", señaló en declaraciones radiales el director de "El secreto de sus ojos", ganadora del Oscar a la mejor cinta de lengua extranjera en 2010.
Atribuyó el éxito de "Metegol" -"Foosball" en inglés y "Futbolín" para el mercado de España- al talentoso equipo de técnicos que lo acompañó en el proyecto, integrado en su mayor parte por argentinos, y donde también hubo españoles y expertos de otros países de habla hispana.
El realizador mostró su satisfacción ya que, a su entender, las academias de cine nacionales suelen tener puesto su "corazoncito" en la producción local y el hecho de que su filme recibiera el premio significa que "impresionó".
También indicó que para que se diera una película de estas características tuvo que surgir "un proyecto" que aglutinara a "gente talentosa" en el rubro de la animación.
"Metegol" se impuso a "El extraordinario viaje de Lucius Dumb", de Maite Ruiz de Austri; "Hiroku. Defensores de Gaia", de Saúl Barreto y Manuel González; y "Justin y la espada de valor", de Manuel Sicilia Morales.
La cinta de Campanella tiene la calidad técnica de los mejores estudios internacionales, pero además mezcla en dosis casi perfectas entretenimiento, diversión y emotividad, el campo donde mejor se mueve el laureado cineasta argentino.
Es una apuesta muy ambiciosa para dejar un sello distintivo en el mercado internacional de la animación, donde compiten grandes jugadores como Pixar, DreamWorks y Weta, según explicó Campanella en sus encuentros con la prensa.
La película es un canto a la gente anónima que no necesita del estrellato para brillar con luz propia. Para ello, el director se vale de lo que representa hoy en día el ambicioso mundo del fútbol y parodia a las estrellas agrandadas. En contraposición, reivindica a los jugadores de barrio que ponen por delante la unidad y el sentido de equipo.
El protagonista del film es Amadeo, que trabaja en un bar, juega al metegol mejor que nadie y está enamorado de Laura. Su rutina se viene abajo cuando Grosso, un joven del pueblo convertido en el mejor futbolista del mundo, vuelve dispuesto a vengarse de la derrota que sufrió con Amadeo años atrás jugando al metegol.
El único propósito de ese bravucón es destruir a su rival, quedarse con Laura y convertir el pueblo en un parque temático. Durante la destrucción que encabeza, las figuritas del metegol cobran vida y ayudan a Amadeo a recuperar el lugar donde vive y a jugar el partido más importante de su vida, en el que el protagonista sufre una derrota pero gana para siempre la gloria y la dignidad.