Para gusto personal de muchas mujeres y la adhesión de tantos hombres que se pueden sentir muy identificados con el transitar de la trama, arribó a la pantalla de Telefé -de lunes a jueves a las 22.30- Sres. Papis, los galanes del jardín. La tira arrancó con 13.9 de rating el lunes, siendo lo más visto del día en la TV abierta.
Luciano Castro, Joaquín Furriel, Luciano Cáceres y Peto Menahem son los responsables de recrear esta comedia dramática que se centra, como pocas veces en la televisión local, en la experiencia de vida y la amistad de cuatro hombres que inscribieron a sus hijos de cinco años en la misma sala de un jardín de infantes y su particular vínculo con ellos.
A diferencia de la maternidad en la que tantas veces se ha enfocado la ficción, el rol de los padres tuvo menos oportunidad de mostrarse. Hoy tiene sus representantes en cuatro padres modernos y atractivos que se hacen amigos a partir de la paternidad: El Chori (Castro), papá de tres hijos que enfrenta una fuerte crisis con su mujer de toda la vida; Franco (Cáceres) un viudo algo conflictuado que ha quedado a cargo de sus dos nenas; Nacho (Furriel) un soltero mujeriego que de golpe y porrazo se entera que tiene un hijo y Mauro (Menahem), que se las ingenia en la crianza de dos hijos de distintos matrimonios. Ellos comparten diariamente los encuentros en la puerta del jardín infantil de sus niños, se identifican en los problemas que atraviesan como padres y se sienten pares en un mundo mayormente poblado de madres.
De esta manera, ayudándose y sosteniéndose, se unen y consolidan una amistad poderosa y entrañable. Así como en su momento lo hicieran Papá Corazón o Grande, Pá, por ilustrar los escasos antecedentes que plantea una temática similar, Sres. Papis intenta reflejar la nueva paternidad: la forma en la que los hombres de hoy aprenden a conocer a sus hijos y comparten con ellos, de la manera en que mejor les sale, cada actividad de sus vidas.
Con aspecto de galanes fundamental para caldear la pantalla chica pero al servicio de una historia que, según dan cuenta, los ubica en el rol de antihéroes, los protagonistas analizan sus personajes y hacen hincapié en lo que propone la flamante ficción que en la pluma de su autora Cecilia Guerty (la misma de las tiras Malparida y Soy Gitano) ofrece una visión reivindicativa del rol del hombre en la crianza.
"Los cuatro interpretamos a padres jóvenes muy distintos. Todos muy varoniles pero al mismo tiempo vulnerables en diversos aspectos, nos vamos a mostrar muy humanos. Y para eso hay que ser capaz de soltar la imagen que se construyó del galán en cada uno. Es fundamental que haya un elenco preparado para ser capaces de tocar las distintas cuerdas de emociones que propone la tira sin perder el tono", comenta Cáceres, de entrada, en charla exclusiva con las cuatro figuras centrales.
"Mi personaje es un diseñador de ropa con dos hijas, muy deprimido desde que enviudó hace dos años y que decide mudar a sus hijas más cerca de su trabajo para pasar más tiempo con ellas. Al cambiarlas de jardín es cómo conoce a los otros tres personajes", desliza este intérprete que vuelve a la programación televisiva tras el suceso de Graduados. "Y no sólo eso, cambiar de barrio, tener nuevos amigos y sopesar la posibilidad de una vida nueva, lo hacen empezar a fantasear con volver a creer en el amor. El fantasea con la maestra del jardín, que interpreta Vanesa González", agrega Luciano. En tanto, su compañero Peto Menahem se explaya a favor del papel que le toca en suerte. "Yo soy el casado en segundas nupcias", señala entre sonrisas este actor sobre Mauro, un hombre tironeado por su alterada ex mujer (Marcela Guerty) y sus dos hijos: un pequeño de cinco y una inconformista adolescente de catorce.
"Es un padre con todas las letras: se encarga de la casa, lleva los chicos a todos lados, está siempre pendiente de todos. En ese contexto, con todos los vaivenes que tiene, su padre vuelve a aparecer en su vida después de cinco años sin hablarse", describe Menahem.
Por su parte, Joaquín Furriel, por intermedio de Ignacio, compone un papel diametralmente opuesto al antedicho. Mujeriego empedernido, egoísta, incapaz de comprometerse con nada ni con nadie, su vida sufre un vuelco cuando, de buenas a primeras, una chica, con la que tuvo una noche de fugaz pasión, se aparece en su casa diciéndole que tiene un hijo de cinco años. "Es una chica de la noche que anda con quilombos y le deja al chico. El periplo de mi personaje es que no sabe si es hijo suyo, pero se va a tener que adaptar igual. Después vendrá el ADN y se verá de qué manera se presta a esa nueva realidad, pero mientras tanto, tiene que lidiar con la situación", explica el muchacho de ojazos verdes que el pasado año brilló en teatro de la mano del gran Alfredo Alcón.