A partir de Dale! La Tarde, el nuevo programa que conduce junto a Florencia Peña por El Trece, Mariano Iúdica quiere meterse en los hogares de los argentinos, justamente a la tarde. El excéntrico conductor habló de su carrera, de la onomatopeya que lo acompaña y que le da el nombre al programa, de sus sueños y de lo mucho que tuvieron que contener a Flor a partir del video.
-Arrancó Dale! La Tarde, ¿qué significa para vos este nuevo proyecto que ya es realidad?
-Siento que es una gran oportunidad que nos da el canal a Flor y a mí de instalarnos por las tardes en las casas de los argentinos.
-¿Qué es lo que más te gusta del programa?
-El "Yo me quiero casar...". Estamos muy movilizados con eso. Todo el canal lo está. Cuando todas las parejas se separan, nosotros las queremos formar.
-¿Viste el video de Florencia?
-Sí, varias veces. Fue duro para ella y tuvimos que contenerla. Ella ya hizo su descargo en el primer programa y esperemos que encuentren a los culpables.
-¿Es verdad que en la previa te fuiste a Mar del Plata por cábala?
-Sí. Voy para cumplir un par de rituales. Visito a una virgen, voy a una playa y me mojo... Lo hago desde que fui por primera vez como asistente de camarógrafo del noticiero de canal 9. De ahí, todos los veranos cumplo con los mismos rituales. El agua es una bendición porque siempre que vuelvo estoy mejor.
-¿Qué sentís con respecto al "Dale!", que creaste y le dio el nombre al programa?
-Es un monstruo. Una onomatopeya tan potente. Se puede usar para tantas cosas: para mensajes de texto, para alentar a alguien, para dar inicio a algo, para un montón de cosas. Que me la hayan adjudicado es una bendición. Cuando voy caminando por la calle me gritan más Dale! que Mariano, y yo lo celebro... Gracias a eso compramos la casa, ja.
-¿Te pusiste a pensar en el crecimiento que tuviste?
-Sí. Me sirve para cuidar el bocho. Mi primer trabajo en los medios fue ser asistente de camarógrafo en el programa El Rayo. Más raso que eso, acá no hay. Así empecé. Ni en mis mejores sueños hubiera pensado que podía llegar tan alto. Las claves fueron no dejar de soñar y tener una entrega sobrenatural al trabajo, a veces descuidando a la familia.
-¿Tenés agradecimientos?
-Sí. A Dios le debo todo. Estoy cuidado por él. Tengo una familia y un trabajo maravillosos. Gano mucho dinero, hago lo que me gusta, tengo a mis hijos sanos y una gran mujer que me acompaña. ¿Qué más puedo pedir?
-Pedí un deseo.
-Me encantaría ser la cita obligada de la tarde para la familia argentina durante muchos años.
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