La banda de Aldo Bonzi hizo vibrar a sus seguidores con 16 canciones.

En el marco de un nuevo Rock & Pop Tour, el Velódromo de Lanús abrió sus puertas para festejar la primavera. Distintas actividades le dieron color a una tarde de sol intenso y por supuesto no faltó la música. La frutilla que culminó la jornada fueron las canciones de Los Pérez García. El grupo de Aldo Bonzi puso toda la carne al asador y en poco más de un hora, soltaron una lista de 16 canciones que hizo vibrar a chicos, familias, amigos y a todo aquel que se fue acercando, tentado por la curiosidad.

Los comandados por Beto Olguín ya tienen veinticinco años de trayectoria y una discografía que revela siete discos de estudio (Buenas Noches, 1997; ¡Ya!, 2004; Santo Remedio, 2007; Asuntos de familia, 2009; La mesa está servida, 2011; No se lo cuentes a nadie, 2014; Más fuerte, Más alto, Más lejos, 2016) y el reciente Salud! Los Pérez García en vivo. Un testimonio sonoro que registra la llegada de la banda matancera al escenario del teatro Gran Rex.

Para algunos críticos las influencias que se rastrean en su cancionero pueden ir de Andrés Calamaro a Estelares, pero lo cierto es que su radar es más amplio. Sus canciones son un collage que pueden agrupar a Tarantino, el punk, la vida nocturna y estampitas populares. Se podría pensar, haciendo una analogía con aquel Dylan que le agregó distorsión al folk, que se está frente a un judas que no respeta nada y usa todo lo que hay en su camino. “De Mano Negra, Calle 13 y los Stones/ Toda esa mezcla es lo que soy”, canta Beto en la canción Donde está mi elefante?, como muestra de que su escuela no tiene fronteras.

Mientras Olguín piensa la lista de canciones que va a tocar para recibir la primavera, se hace un espacio y ensaya un declaración afectuosa acerca de qué representan Los Pérez García en su vida. Sentado en el pasto, con los anteojos de sol como marca registrada de su indumentaria, dice lo siguiente: “Aparte de ser mi trabajo es el lugar donde vuelco lo que más me gusta: hacer canciones. Tengo la suerte de hacerlo con la gente que quiero. Son amigos de muchos años. Es mi lugar de pertenencia”.

Si hay algo que destaca su performance en la música es su cualidad para hacer canciones. En función de eso, la cocina intima de la composición se abre cuando entra en detalles y el interrogante gravita en qué viene primero: el huevo o la gallina. Es términos musicales: la letra o la melodía.

“Siempre es como una idea primaria que nace de una melodía, un fraseo y la letra generalmente viene después. Muchas veces las canciones son laburadas con la banda y la letra todavía no está. He terminado de escribir algunas partes minutos antes de grabarla. Es un proceso. Primero en casa, cuando está la alegría de saber que tenés algo. Ahí empiezo a caminar por toda la casa como un loco entusiasmado y después eso lo llevo a la sala y se crea el frankenstein con todos los muchachos que ponen sus arreglos”, cuenta Olguín.

Cuando vienen esas ideas y no estás en casa, hay que ponerlas en algún lado. Ahora existen los celulares que permiten que grabes tu voz o aquello parecido al fraseo de una canción. Pero cuando Los Pérez empezaron, allá por los lunáticos noventa, los teléfonos celulares no estaban en planes de nadie y Beto se creaba otras estrategias. “Llamaba al teléfono de mi casa y en el contestador dejaba melodías muy vagas que sabía que apuntaba a ser una canción y había gente que vivía conmigo, que escuchaba los mensajes y me decía: flaco, que te está pasando. Eran como sonidos guturales”, devela entre risas y sorprendido por la artesanía de época.

La estética de las canciones de este grupo del oeste del Conurbano Bonaerense maduró al calor de Martín Mendez (guitarrista y miembro fundador de Los Caballeros de la Quema) como productor, hasta que llegó Más fuerte, Más alto, Más lejos – su último disco de estudio - y la mano artística pasó a ser de Emiliano Brancciari (líder de la banda uruguaya No te va a gustar).

“Fue una gran experiencia. Ese trabajo lo veníamos haciendo con Martín Méndez que también fue vital para nosotros. Yo crecí de la mano de él y creo que a todos nos pasó lo mismo. Después cambiamos e hicimos el último disco de estudio con Emiliano, fue toda una experiencia. Nos simplificó todo: nos hizo grabar prácticamente en vivo, nos hizo ensayar mucho. Creo que nunca trabajamos tanto”, confiesa Olguín.

Beto, agradece a la gente que se le acerca a pedir fotos. Una nenita le pregunta si él era que cantaba la canción “del bongó”. Se ríe y asiente. A las 19 hs, con el público agolpado contra las vallas y las banderas flameando por los aires, Los Pérez García (que se completan con Julio Medina en teclados y coros; Mingo Catanzaritti en bajo y coros; Fede Esquivel en guitarra y coros; Pablo Tofanari en batería; Tatú Garibaldi en percusión; Gonzo Budapez en guitarra y coros; Carlos Arin en saxo; Emanuel Yeti Mastrolia en trompeta y Juan Cruz Arin en Trombón) sale al escenario de Lanús. “Feliz primavera. El invierno ya pasó”, dice Beto antes el grito eufórico de un público que ni bien escucha los acordes de Knock out, enloquece y salta.

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