Fue un show deslumbrante ante 65 mil personas. Con Alejandro Sanz, Ozuna y Manuel Turizo como invitados, la artista colombiana celebró su fuerza, su música y su legado en una gira que ya rompió récords globales.
"Hola Miami, siempre es bueno regresar a la manada”. Con esas palabras, Shakira abrió uno de los shows más esperados del año. A estadio lleno, con más de 65.000 personas y una emoción que atravesó cada acorde, la estrella colombiana volvió a brillar en el Hard Rock Stadium, en la ciudad donde reside desde su separación y donde encontró, según confesó, una nueva fuerza para reinventarse.
El espectáculo formó parte de su gira mundial “Las mujeres ya no lloran”, título de su último disco y mantra que sintetiza el proceso que la artista transformó en arte. Con más de 30 años de carrera, Shakira convirtió el dolor en poder y lo canalizó en un show de más de dos horas que fue mucho más que música: fue una declaración de identidad.
Desde los primeros minutos del concierto, quedó claro que se trataba de un evento único. No solo por la imponente puesta en escena, con luces, coreografías y pantallas al nivel de los mejores espectáculos globales, sino por la manera en que Shakira volvió a conectarse con su público: niños, adultos, abuelos y generaciones enteras que la han seguido desde “Pies descalzos” hasta su actual resurgimiento post-Piqué.
El show fue, en palabras de la artista, “el cumplimiento de un sueño”. La última vez que había pisado ese estadio fue para ver a Beyoncé, en 2023, y en ese momento se preguntó si algún día podría estar allí como protagonista. “Gracias por ayudarme a cumplirlo”, dijo, visiblemente emocionada, al iniciar su presentación.
A lo largo del show, Shakira compartió el escenario con tres figuras que ayudaron a elevar aún más la temperatura en una noche con sensación térmica cercana a los 40 grados. Alejandro Sanz, Ozuna y Manuel Turizo la acompañaron en distintos tramos del concierto. La interpretación de “La tortura” junto a Sanz fue uno de los momentos más celebrados, y la artista no dudó en bromear: “Esto es lo más bello que ha parido España después de mis hijos”.
La complicidad entre ambos fue evidente, tanto como la conexión con Ozuna en “Monotonía” y con Turizo en “Copa Vacía”. En la segunda función se sumó un cuarto invitado sorpresa, elevando aún más la expectativa de una gira que no deja de crecer.
El repertorio abarcó cada etapa de su carrera: desde los clásicos como “Ojos así” y “Antología” -interpretada en versión acústica y ovacionada por el público- hasta sus hits más recientes como “Te felicito”, “TQG” y la inolvidable BZRP Music Session #53, que coronó el final del concierto bajo una lluvia de billetes falsos con la cara de la cantante.
Cada segmento fue acompañado por cambios de vestuario -13 en total- que dialogaron con su historia: mallas rockeras, vestidos de gala, trajes brillantes, y guiños a sus raíces con pañuelos, monedas y vinchas con orejas de lobo.
En el escenario, Shakira habló poco pero con contundencia. “El amor por el otro es bonito, pero más bonito es el amor propio”, dijo, resumiendo el espíritu de una gira que, más allá del entretenimiento, propone un mensaje de empoderamiento. Esa frase fue celebrada por un público que se identificó con su proceso y aplaudió su capacidad de transformación.
Como parte de la puesta, caminaron con ella al escenario amigas, modelos y periodistas que la acompañaron en estos años. Entre ellas, la modelo Winnie Harlow y Ariadna Gutiérrez, Miss Colombia 2015, que también participa del videoclip de “Soltera”, uno de los lanzamientos más recientes de la artista.
Shakira no solo atraviesa un gran momento artístico, sino también comercial. Con más de un millón de entradas vendidas y una recaudación superior a los 130 millones de dólares, su gira la posiciona como la única artista latina dentro del Top 10 de las más taquilleras del año, superando a leyendas como Paul McCartney y Bruno Mars.
En Miami, Shakira reafirmó que su regreso no es solo un fenómeno comercial: es una reivindicación cultural. En una industria todavía dominada por patrones masculinos y anglosajones, la colombiana volvió a instalar la fuerza del pop en español en los escenarios más importantes del mundo.
El cierre, como era de esperarse, fue con “BZRP Music Session #53”. En ese tema catártico, Shakira transformó el duelo por su separación con Gerard Piqué en un himno de millones. Mientras el estadio explotaba en luces y aplausos, ella lo celebraba con una sonrisa amplia, segura, y un grito final: “¡A la bin, a la ban, Miami, Miami, ra ra ra!”.
Fue el cierre perfecto para una noche inolvidable. La Shakira que volvió a los escenarios no es la misma que se fue. Es más fuerte, más libre y más conectada que nunca con su gente, su música y su mensaje.