Toti Ciliberto cree que la suerte estuvo de su parte. Admite que haber si parte de VideoMatch fue un gran cimbronazo en su vida. Resistió con entereza los embastes del éxito y de la fama. Asegura que es feliz ejerciendo su vocación. Habla un hombre que estuvo en la cresta de la ola y que cuando le tocó volver al llano no ha perdido de lado la humildad y la lucidez que lo caracteriza.
-Sí. Uno intenta que los caminos que recorre sean en línea recta pero, por lo general, no es así. De todos modos, he estado angelado en el plano familiar y en mi trabajo, aunque ser actor requiere de bohemia y eso tiene sus lados traicioneros.
l ¿Con qué se conectan esos lados?-No, porque me agarró de grande y, más o menos, enderecé la caña que, tranquilamente, se podía haber partido. Con el tiempo, fui aprendiendo cosas y manejando mejor lo que va surgiendo. Por ejemplo, un día salí de hacer Hamlet en el Teatro San Martín, me presenté a un casting y me convocaron para VideoMatch. Yo no sabía que iba a ser parte de un aluvión de cosas vinculadas con la fama y el éxito, que te impactan como un trompazo en la cara.
l ¿Eso le cambió el rumbo?-Sí. Además, quedás medio ajeno a la realidad y tenés que contar con amigos y familiares que impidan que te eleves un milímetro del piso. En mi caso, provenir de una familia humilde me ayudó.
l Y cuando esa embestida pasó, ¿volvió a la normalidad?-Sí. Después de hacer 40 puntos de rating con "Video Match" hice Mar de Fondo, en cable, medíamos un punto de audiencia y también era feliz, porque para mi la felicidad es mi trabajo.
l ¿Usted estaba bien plantado?-Yo trabajo para vivir. Disfruto de mi trabajo y de mi familia. Mis hijos son mi motor principal. Eso no significa que no tome el trabajo con la seriedad que requiere. Tengo en claro que trabajar de lo que me gusta es una bendición.
l ¿Postergó algo por su vocación?-No. Es más, mi trabajo me ayudó a que mi madre tuviese una mejor calidad de vida en sus últimos años. Nosotros éramos muy humildes. Yo, hasta los 16 años, dormí en la misma habitación con mis padres separado por una cortina. Para nosotros, tener un televisor, una heladera que funcionara y un lavarropas que anduviese era lo más.
l ¿Tiene algún registro del nacimiento del amor por su vocación?-De las reuniones familiares. Mi familia siempre fue muy numerosa. Los domingos éramos los Benvenuto y los Campanelli juntos. Las pasábamos muy bien. Jugábamos a la lotería. Nos divertíamos. Para Navidad o carnavales, con un lápiz labial y una peluca, disfrazábamos de mujer al tío más hosco y nos reíamos como locos. Yo me hacía el payaso. Siendo adolescente tuve un acné fortísimo, al punto que no quería ni salir a bailar con mis amigos. La única manera de conectarme con las mujeres era a través del humor. Las chicas me aceptaba y me querían, pero sólo como hermano.
l Dígame Toti, ¿cuáles son las desventajas del éxito?