l ¿Mira la vida con ojos optimistas, con ojos realistas o con ojos optimistas?-Depende de los días. Procuro ser realista y tener pensamientos positivos. A veces, me cuesta, pero nunca dejo de intentarlo.
l ¿Qué valor le da a la palabra empeñada?-Las palabras tienen mucho valor. Dar la palabra significa comprometerse. La palabra revela lo que uno piensa y siente. Hay que pensar las palabras que uno dice.
l ¿Qué le dice a usted la voz de la experiencia?-No me gusta recibir ni dar consejos. Pienso que cada uno debe tomar el timón de su vida, aprender de los errores y disfrutar de los aciertos. Se hace camino al andar. Creo que cada cual debe trazar su camino. Hay múltiples caminos para elegir. Uno debe mandarse, arriesgarse y escoger un camino sabiendo que uno, a veces, puede equivocarse y debe cambiar el rumbo.
l ¿Qué le cuesta compartir?-Me gusta compartir la vida, pero también necesito espacios privados.
l ¿Es usted una persona ambiciosa?-En general, no me conformo con lo que hay, pero trato de disfrutar lo que tengo. Eso no significa que no piense que puedo obtener cosas mejores, pero no me frustro si me falta algo.
l En su vida, ¿qué lugar ocupa la familia?-Un lugar preponderante.
l ¿Qué la enciende?-Las cosas. Soy una persona muy pasional, siempre tengo nuevos deseos, proyectos y ganas de hacer cosas. Yo genero todo el tiempo eventos, actividades. Tengo mucha libido para la acción.
l ¿En qué actos se manifiesta su don de gente?-En que soy una persona educada y respetuosa de las diferencias.
l ¿Se siente libre de culpa y cargo?
-Trabajé mucho en ese sentido. Tengo más de veinte años de psicoanálisis. Yo no hablo de culpas, hablo de responsabilidades.
l ¿Qué valor le da a tener un buen nombre?-Le doy muchísimo valor, porque tener un buen nombre es como el corolario de acciones consecuentes en tu vida, es como un reconocimiento a una conducta, a una vida coherente con lo que decís, con una ética.
l Con el correr de los años, ¿qué empezó a perdonarse?-Todo.
l En la relación que mantiene con las demás personas, ¿de qué está alerta?-De no invadir y de que no me invadan.
l ¿Con qué clase de gente se siente un sapo de otro pozo?-Con la gente fanática. No comulgo con ellos.
l Nuestro destino, ¿está marcado?
-Pienso que cada uno es artífice de su propio camino, pero existen las circunstancias. Hay gente a la que se le presentan más oportunidades que a otros. Hay quienes no tienen la capacidad de captar en el momento la posibilidad y creo que a la suerte también uno, de alguna manera, la genera o la busca.
l En el amor, ¿sigue creyendo con la misma intensidad que cuando tenía veinte años?-No, porque no soy la misma persona que cuando tenía esa edad. Sigo creyendo en el amor, pero de distinta manera. Por otro lado, en la madurez las hormonas no funcionan del mismo modo que a los veinte años. Además, en la adultez ya tenés un recorrido. La experiencia sirve para vivir de otra forma. Creo que sin amor y sin deseo no se puede vivir.
l Alguna vez, por amor, ¿se tiró a la pileta sin saber si tenía agua?
-Sí.
l De esa situación, ¿salió ilesa o lastimada?-Salí a flote. Me lastimé varias veces, pero no me arrepiento. Llevé adelante lo que deseaba hacer en el momento.
l Si tuviese que hacer un balance, ¿en su vida la llevó más lejos el deseo o la razón?-El deseo, pero eso no implica que haya sido irracional. Por otro lado, tener deseo no significa no usar la inteligencia, proyectar cómo vas a hacer para llegar a ese deseo. Es decir que la razón está presente. No es algo ciego. Soy una persona que desea, pero utilizo mucho mi raciocinio para concretar lo que anhelo.
LEA MÁS: