Después de dos años de espera, la banda que lidera el "colorado" regresó al país en el marco de la gira mundial "Dystopia World Tour" y, una vez más, conquistó los corazones y almas de todos los metaleros, trasheros y rockeros argentos. Y no sólo por los dos shows históricos que dio en el mítico Luna Park. Además, como cada vez que viene, el Colo salió a las calles a demostrar el afecto y respeto que tiene por nosotros, y estas tierras. ¡¡¡Megadeth, Megadeth, aguante, Megadeth!!!
Dave Mustaine regresó a la Argentina para presentar el nuevo discazo Dystopia y al renovado Megadeth, y una vez más lo volvió a demostrar: el Colo es Dios para los argentos. Es el fuckin' amo y señor de los metaleros, trasheros y rockeros de estos pagos. Él ama venir para estos lados y se emociona con el sentimiento que tenemos por su banda –cero demagogia eh, se nota que así lo vive-. Y nosotros nos volvemos locos de manija con él. Este sí que es un amor recontra correspondido, que trasciende los idiomas, los continentes, las distancias, los tiempos. ¡Todo!

Y como cada vez que pisa y bendice nuestras tierras con sus riffs del infierno, esos machaques del demonio y esas melodías podridas repletas de onda, el Colo Mustaine junto al excelentísimo guitarrista Kiko Loureiro y sus otros secuaces no solo conquistaron cada corazón y alma de los miles, y miles que reventaron el Luna Park el lunes y martes. Enamoraron a todo, todo el país con su música y sus demostraciones de amor.

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Cada vez que puede, Mustaine habla de la pasión de los argentinos y lo que disfruta tocar en este país. Y el Colo de la gente lo vive así porque palpa el cariño en las calles. No se guarda, ni mucho menos se esconde. Es una estrella que ilumina con su humildad, y esa sencillez que no tienen los "estrellados". No se come ninguna, y sale a la luz a demostrar ese enamoramiento que siente por Argentina.

Y en esta nueva visita, hubo muchos actos de amor. En Neuquén, fue al hospital a visitar al fanático Víctor Vargas que había sido apuñalado en un intento de robo en la presentación de Megadeth en el estadio Ruca Che. Un gesto para sacarse el sombrero. Pero esa aparición no fue la única que dejó anonadados a todos los argentos. Además, al día siguiente de estallar el primer Luna Park con un show realmente bestial por donde se lo mire, el Colo lo volvió a hacer...

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Acá el acústico de Megadeth en la puerta del hotel.

¿Qué hizo esta vez? Como avisó el lunes en el medio del reci, el mediodía del martes se plantó en la puerta del hotel con la guitarra acústica en manos, sus compañeros de banda al lado, y le regalaron un set inolvidable a los privilegiados que justo estaban dando vueltas por ahí. ¡Fue mágico! Dave, Kiko, el histórico bajista David Ellefson, y Dirk Verbeuren (batero que reemplazó a Chris Adler) cara a cara con la gente, que como en los recis, cantó a grito salvaje cada riff y melodía. ¡Impresionante! Crack es poco.

Y no sólo "hizo", sino que además "dijo"... "Los amo realmente. No saben cuánto. Esta es mi ciudad, mi lugar", expresó, Dave Mustaine en las dos presentaciones. "Ojalá el resto del mundo estuviera aquí una noche para que vean lo maravilloso que son", tiró, palabras más, palabras menos. Y le creímos todo, todo. Porque desde que conquistamos el corazón de Dave con el corito "Megadeth, Megadeth, aguante, Megadeth" sobre el riff de "Symphony of Destruction" en aquel recital épico del 2 de diciembre de 1994 en Obras, el Colo quedó como loco de enamorado de este país y de su gente. Y qué privilegio que sea así.

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Como en las viejas épocas

Y además del carisma de Mustaine, este amor de la gente hacia Megadeth nació por el poder descomunal que transmite la banda con sus canciones y en los vivos. Lo del Luna Park fue impecable, todo, todo... De hecho, sonó como en las viejas épocas. El mejor reci de los últimos años, lejos. En sonido, en tocada, en puesta, en escenografía, en lo visual, y sobre todo en buena onda, conexión entre los músicos. El ingreso del mágico Kiko Loureiro en la guitarra reactivó todo en el Colo y en el grupo.

Con Kiko como secuaz de Mustaine, Megadeth no solo recuperó la potencia, el salvajismo que había perdido desde el adiós de Marty Friedman. Sino que además recuperó el entusiasmo arriba del escenario. Se los vio contentos a todos. Sobre todo al Colo. Y eso que siempre tiene cara de pocos amigos. Pero el lunes y martes en el Luna Park estaba feliz. Y no es para menos. Con Dystopia y los aportes del excelentísimo guitarrista brasileño, Megadeth volvió a ser Megadeth. Todos los que disfrutamos de esta nueva visita, lo sentimos y vivimos así.

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Los dos días fueron unos 19 temas, uno atrás del otro, y Dave "pateador de nucas" Mustaine volvió a dejar en claro por qué es tan amado en estas tierras. Desde las melodías, los riffs, los machaques, la ejecución, oficio, expresión, sentimiento, e interacción sin demagogia con el de abajo en cada una de las rolas, el Colo de la gente desplegó su grandeza en las tablas del Luna y como siempre, fue venerado por todas las generaciones que coparon el mítico estadio de la calle Madero en las dos oportunidades.

Claro que Mustaine siempre se lleva todos los aplausos y miradas. Pero en esta presentación de Dystopia, el que captó la atención de todos y se ganó un lugar enorme en el corazón de los amantes de Megadeth -si es que no lo querían desde antes por su gran laburo en Angra- fue Kiko Loureiro. El brasileño la rompió toda, toda. ¡Qué bestia, Dios! No paró de meter de dedos. Ojo, no es solo un técnico dentro de la técnica. Además de ser un virtuoso en las ejecuciones, es un virtuoso en expresión.

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El sentimiento que le pone a cada estirada es enorme. Te clava las notas de una manera que emociona. Algo que no todos tienen. Y por toda esa catarata de recursos que peló junto al Colo, Kiko tapó todos los agujeros que habían quedado post Friedman -al menos, para el que escribe estas líneas-. Y se notó su mano, su impronta en la composición de los temas de Dystopia. Gran incorporación.

Ni hablar de la locomotora que es la base de Megadeth. ¡Te aplasta! El que fue a algún show de la banda, sabe que siempre te aplasta. Bueno, imagínense en un lugar cerrado como el Luna Park. ¡Terrible! El histórico bajista David Ellefson, que no necesita presentación porque estuvo desde la gesta en esta leyenda llamada Megadeth, fue letal. Lo que hizo sonar ese Jackson Signature de 5 cuerdas no tuvo nombre. Un sonido de las cavernas. Cuerpo enorme, medioso, agresivo, sucio. Y pared, pared.

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Y el batero belga Dirk Verbeuren, que reemplazó a Chris Adler, también nos mató a todos. Hacía rato que no se escuchaba un doble bombo así como el de Dirk. Topadora, topadora el ex baterista de Soilwork.

En definitiva, una bomba esta nueva visita de Megadeth. Para tristeza de todos, Dave avisó que va a pasar "un tiempo" largo para que vuelvan. Ojalá que no sea tanto, Colo. Porque Argentina te ama. Porque Argentina te espera siempre. Igual, más allá de lo que suceda, este es un amor que trasciende los tiempos. Así que acá aguardaremos ansiosos por el reencuentro. ¡¡Megadeth, Megadeth, aguante, Megadeth!!!


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