En cambio el filme en coproducción entre Argentina y España
"Wakolda" de Lucía Puenzo, candidato como mejor película iberoamericana,
se fue con las manos vacías, derrotado por
"Azul y no tan rosa", del venezolano Miguel Ferrari.
La cinta, rodada en 3D,
se impuso a "Justin y la espada del valor", dirigida por
Manuel Sicilia y producida por Antonio Banderas; a
"El extraordinario viaje de Lucius Dumb", de Maite Ruiz de Austri, y a
"Hiroku. Defensores de Gaia", de Saúl Barreto y Manuel González Mauricio.
"Metegol", que fue el filme argentino más taquillero en 2013, es una coproducción entre
Argentina y España, con guión inspirado por el relato de
Roberto Fontanarrosa,
"Memorias de un wing izquierdo".
En verdad, tanto Lucia Puenzo como
Juan José Campanella estuvieron ausentes, la primera por acompañar en Francia a su esposo, el escritor y guionista
Sergio Bizzio, en el lanzamiento de tres de sus libros editados en francés.
Los productores españoles y argentinos recogieron el premio
en ausencia de Campanella en el centro de congresos Príncipe Felipe de Madrid, donde se desarrolló la gala de la 28 edición de los Goya.
La película abrió fuera de concurso en septiembre pasado el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde el director de películas como la oscarizada
"El secreto de sus ojos" (2010) o
"El hijo de la novia" (2001) explicó que "creemos que
estamos en condiciones de competir a nivel mundial, existe un prejuicio que este tipo de nivel tecnológico solamente existe en Hollywood y es bueno
demostrar que en nuestros países también se puede alcanzar".
El film ganador, realizado en tres dimensiones, cuenta la historia de Amadeo, camarero de bar en un pequeño pueblo
donde cultiva su gran pasión: un metegol en el que cada jugador tiene su propia personalidad y a cuyos mandos resulta invencible. Su apacible vida da un vuelco cuando su rival de infancia,
Exequiel Grosso, regresa convertido en una superestrella del fútbol y decidido a borrar "el único fracaso de su vida", una partida perdida contra
Amadeo. Megalómano y descerebrado, el crack Grosso
se dispone a demoler el pueblo para construir el mayor estadio de fútbol del mundo, un proyecto contra el que
Amadeo y su amiga Laura encontrarán un inesperado equipo de aliados: los pequeños jugadores del metegol que repentinamente cobran vida.