Espectáculos
La actriz idolatrada en México (donde su marido Diego Olivera es toda una estrella) señala que "mi corazón está aquí". Dice que aprendió que las curvas "no condicionan sino que suman"
En el brillo de la mirada, en la sonrisa predispuesta y en las ganas de expresarlo a través de sus palabras, Mónica Ayos (41) tenía ganas de regresar. De volver a pisar su tierra pero no como turista, por tan sólo algunos días si no por un tiempito. Aquel que le permita disfrutar de los logros conseguidos en México como actriz en los últimos cuatro años y de ahora tener la posibilidad de volver a pisar un escenario nacional con Una Atracción Fatal (en el teatro Roxy, en Mar del Plata), y de vivencias las costumbres locales junto a su hija Victoria, de diez años, y su esposo, el artista Diego Olivera.
"A decir verdad, extrañaba mucho. Mi corazón está aquí. En los últimos años, la realidad que vivimos con Diego nos cambió mucho. Cuando nos casamos, era un actor de bajo perfil. No es que me dijo que se iba a ir a México y que allá iba a ser una estrella y nos vamos a ir todos para allá. Esto fue surgiendo de a poco, se dio, nos convenía y creo que el tuvo la inteligencia de convencerme. Hoy, sobre todo Diego, no puede caminar por las calles de México. Para la gente soy Leonela, un personaje que interpreté que era villana y después se volvió buena, y quedó en el inconsciente de la gente. Diego está muy fuerte allá y está muy bien lo que le está pasando. Es un actor que la ha remado muchísimo y que, de repente, en 2006, le dijeron que quería que fuese el protagonista de Montecristo. Lo vi crecer como artista, su nombre. Yo conocí a otro Diego Olivera, no al que no podía caminar por la calle. Era él quien se había casado con una chica más popular, y la vida lo compensó muy bien. Estoy muy orgullosa de mi marido. Es un tipo muy de ley, derecho, y hemos formado una familia hermosa. No puedo pedir más nada...", se sinceró la sensual ex vedette.
l ¿Cómo es ser madre de una nena de diez años, a punto de entrar a la adolescencia?
-La verdad es que vivió la mitad de su vida en México. Pensá que hace cuatro años que estamos ahí... Para ella, tiene dos nacionalidades, tiene muchos amiguitos allá. A Fede, mi hijo mayor, lo tuve a los 18, era una niña, y crecimos juntos prácticamente. Y a Vicky la tuve mucho más sólida como madre, y es una nena maravillosa. Me puso una cuota de femineidad que no tenía con un hijo varón. Tuve que aprender los modales, me estabilizó y acomodó. Y mi hijo Federico, está siguiendo mis pasos. Ya está contratado de forma exclusiva como actor. Hizo tres años de semillero en Televisa con los mejores profesores, y después lo contrataron. El no quería entrar acomodado ni mucho menos, y se lo ganó por mérito propio. Y eso para mi es un orgullo muy grande. Quiere ser actor de cine pero sabemos que el trampolín está en la tele. Más adelante, supongo, pondrá las fichas a donde a el le gusta. Está de novio hace un año con una actriz mexicana de su edad que está protagonizando una novela.
l ¿Cómo tomaste la presentación de una novia?
-Novia, novia, es la primera que presenta, es cierto. Después, ha venido gente a casa divinas pero novia es Elda, esta chica. A Fede se le complica venir porque ya voló en el laburo. Y Diego viene para las fiestas y Victoria, mi hija más chica, se queda con la mamá.
l Se te ve super sensual, en tu mejor momento. ¿Vos cómo te sentís?
-Ni en pe... diría que estoy en mi mejor momento. Uno no es tan consciente de cómo crece algo cuando se lo publica en redes sociales. Subí imágenes para divertirme y recibí piropos de chicas y varones. Siempre tuve un público femenino con mucho aguante, y eso está buenísimo. Es un honor recibir tanto halagos cumpliendo 41. Puede haber un compendio y pueden coexistir la mina con lomo con la artista. Eso es algo que los demás siempre vieron en mi. Por el reflejo de la gente empecé a darme cuenta de que era un poroto a favor tener un buen lomo. Que no condiciona, si no que suma. Entonces, bienvenidas sean mis curvas, bienvenido sea mi cuerpo, bienvenida sea la argenta, la Argentina que llevo conmigo, sin dudas, a todos lados.
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